Me había prometido no volver a ver series de narcos. Me molestaba (y me sigue molestando) la forma en la que la cultura popular ha engalanado desde el cliché y la obviedad a todas esas historias protagonizadas por los artífices del horror social más grande que ha experimentado México desde la revolución.
Esto lo digo sin afán de remarcar la irresponsabilidad social de esos productos altamente redituables. Lo digo más bien desde el aburrimiento de ver representados en pantalla una y otra vez los mismos mecanismos narrativos, los mismos desenlaces, las mismas intrigas y los mismos dilemas morales superficiales, que desdeñan la complejidad de un fenómeno que ha devastado política y socialmente a México.
Por desgracia rompí mi abstinencia narca al ver ‘Somos’, la miniserie de NETFLIX dirigida por Álvaro Curiel y Mariana Chenillo, que retrata una de las tragedias más espeluznantes que se han vivido en México a causa del narcotráfico: la masacre del pueblo de Allende, en la que un grupo de sicarios de los Zetas asesinaron a más de un centenar de personas (cifras de los familiares apuntan a más de 300 seres humanos masacrados) tras enterarse de una traición que le permitió a la DEA intervenir los teléfonos de los líderes del cártel.
Decidí ver la serie por dos razones: primero por el constante bombardeo de medios y amigos que me decían que la serie era diferente, que su estructura no era el típico esquema de productos como ‘Narcos’ o ‘El Chapo’, y que su argumento se centraba más en el testimonio de las víctimas que en el de los delincuentes. Pero lo que realmente me orilló a verla fue el artículo periodístico del que la serie calca su estructura narrativa y buena parte de sus personajes: un texto aterrador titulado ‘Anatomía de una masacre’, escrito por la periodista ganadora del Pulitzer, Ginger Thompson, en el que se detalla el complejo entramado de horrores que desencadenó la tragedia.
Al leerlo me quedé pasmado. Me parecía inconcebible que algo de esta magnitud no se hubiera publicitado en medios al mismo nivel que otras tragedias nacionales como la de Ayotzinapa. Y al escarbar un poco más, las razones detrás de ese “olvido” resultan igualmente espeluznantes. Esos tres centenares de muertos y ese pueblo demolido se minimizó precisamente porque fueron producto de los errores de la DEA y de un terrible caso de omisión del ejército mexicano, cuyo cuartel en Piedras Negras escogió no defender a los ciudadanos a pesar de las múltiples llamadas documentadas de auxilio que recibieron. Un cuartel que (por cierto) estaba en ese entonces bajo las órdenes de nuestro actual Secretario de la Defensa Nacional.
Vamos, el caso me pareció tan repugnante que decidí ver la serie, y el resultado, como bien podría haber anticipado antes de verla, es una representación deslavada del texto periodístico de Ginger Thompson, que en sus primeros capítulos narra con inteligencia el esquema de investigación de la DEA y el modus operandi del dominio narco en Allende, pero que en los últimos episodios se aleja radicalmente del horror delirante que describen los testimonios de aquellos que vivieron la masacre.
“Dos amigos míos se dedicaban a recolectar y vender chatarra. Se dieron cuenta de que el rancho estaba en llamas y los dueños ya se habían ido. Así que fueron — el papá y su hijo — para ver si había algo de valor para cargar. Vieron una freeza [un congelador] al lado de la carretera, una freeza grande. Y la quisieron mover. Pero estaba muy pesada. Y el padre dijo: ‘Ven ayúdame, vamos a echarla pa’rriba.’ La abrieron y había dos cuerpos ahí adentro. Huyeron.” Testimonio de un vendedor de hot-dogs, extraído del texto periodístico ‘Anatomía de una masacre’.
Entiendo que una serie puede escoger entre mostrar o no la violencia explícita de un acontecimiento, pero si prefieres ser elegante y no caer en el gore desmedido, resulta imperdonable que no transmitas al menos las dimensiones del hecho. Los espectadores promedio de NETFLIX, que no tienen acceso al texto, se quedarán con la impresión de una matanza puntual de un solo día, que nada tiene que ver con el auténtico infierno que se vivió en Allende, y peor aún, nunca reflexionarán sobre el papel que el ejército debió asumir para detener esa carnicería, ya que la serie hace caso omiso de cualquier mención al respecto (será porque NETFLIX quiere crear conciencia, pero no tanta como para enemistarse con el gobierno en turno).
‘Somos’ es un producto interesante en cuanto a que por primera vez en una serie comercial de narcos se le da peso a las voces de las víctimas, pero está muy alejado de ser un documento importante en cuanto a su representación fiel de los hechos, y en cuanto a su intención de actuar como un dispositivo de denuncia social. Pedirle a NETFLIX que sea contestatario es una ingenuidad de mi parte, pero no dejo de lamentar esta oportunidad desperdiciada, sobre todo en un caso que revela a tantos niveles los aspectos más renegridos de nuestro México querido y aterrador.