Us (2019)

Ningún traje del monarca había tenido tanto éxito como aquel.

–¡Pero si no lleva nada!– exclamó de pronto un niño.
‘El traje nuevo del emperador’ – Hans Christian Andersen
Pocas cosas más anheladas y más terribles para un ser humano que el ser catalogado en vida como “genio”. Ese apelativo, que se consigue gracias a una combinación de talento y suerte, funciona como una impredecible arma de doble filo, ya que por un lado el título de genio, una vez alcanzado, le garantiza al artista un periodo de gracia en el que la calidad de su obra no será cuestionada con objetividad, tendiendo los críticos que lo encumbraron a intentar cuadrar cualquier obra futura dentro del canon de genialidad que ellos mismos validaron. Sin embargo, en el otro lado del espectro, el término también suele engendrar expectativas descomunales respecto a la calidad de los nuevos productos intelectuales del “genio”, dando lugar a niveles de presión que pueden resultar contraproducentes para su producción artística.

El caso de Jordan Peele es sintomático de lo anterior. Por un lado su ópera prima, la estupenda cinta de horror racial Get Out, fue galardonada por su ingenio al conseguir el Oscar a mejor guión original, y al convertirse en una de las películas más redituables de la historia, recaudando 255 millones de dólares con un costo de producción de apenas 4.5 millones. El apelativo de “genio” no se hizo esperar, y en lugar de masticar con calma su siguiente proyecto Peele decidió estrenar, poco menos de dos años después de Get Out, su siguiente pieza de horror social: Us.

El síndrome del “genio” se evidenció de inmediato en forma de una multitud de loas de la crítica “especializada”, que se congratulaban con la intacta genialidad de Peele, y con el hecho de haber presenciado otro clásico indiscutible del horror social que atacaba, con acidez, humor e inteligencia, algunos de los problemas más relevantes de la sociedad estadounidense. Nada más lejos de la verdad.

Resulta casi ridículo enfrentarse a una cinta cuya recepción crítica se aleja tanto de su realidad. Us es un auténtico desmadre narrativo en el que Jordan Peele se muestra incapaz de concretar medianamente bien ninguna de sus premisas de denuncia social, y en el que, peor aún, parece desconocer por completo los géneros que había aparentado dominar en Get Out: el horror y el humor.

Una familia estadounidense se va de vacaciones a la playa sólo para descubrir que un grupo de dobles –exactamente iguales a ellos pero más jodidos de la cabeza– los acechan con la única instrucción de asesinarlos. Eventualmente descubrimos (bastante rápido así que no es SPOILER) que la región está siendo invadida por un ejército de dobles que vivían bajo tierra, y que el doble de la protagonista –Lupita Nyong’o en clave de aterradora impedida vocal– es la lidereza que busca venganza por el simple hecho de que mientras los de arriba disfrutan del aire puro, el sol y la playa, los de abajo están programados para imitarlos pero en una red de túneles subterráneos desolados y feos (no sé si haya alguna alegoría fílmica más burda sobre la lucha de clases, pero esta seguro entra en el top ten).

El problema no sería tan grave si con esa premisa torpe tuviéramos un buen filme de horror, sin embargo, toda la habilidad que Peele evidenció en Get Out para construir una atmósfera ominosa y aderezarla con chispazos de humor, aquí se muestra inexistente. Us ni siquiera es capaz de establecer una lógica coherente entre las reglas de su propia fantasía (ahora sí agárrense que van los SPOILERS) por ejemplo: 
1. Si lo único que separa a los zombis subterráneos del mundo exterior es una vil puerta ¿por qué la niña de arriba, que es suplantada por la de abajo, tarda veinte años en salir?
2. Si los zombis subterráneos no saben hablar ¿cómo les explica la niña secuestrada, que eventualmente se vuelve su lidereza, que deben hacer el performance imbécil de la cadena humana? (nos consta que treinta años después los zombis siguen sin poder hablar, así que el argumento de que la niña les dio clases de lenguaje es INVÁLIDO).
3. La mujer protagónica tiene en la historia treinta y tantos años y su hija debe tener como quince, lo que significa que debió haberla tenido a los veinte: situación totalmente incoherente con el nivel social al que se supone pertenecen los protagonistas de la historia.
4. Si los zombis sólo comen conejos ¿por qué en veinte años no murieron todos de escorbuto, y qué carajo comen todos los conejos?
5. ¿De dónde sacaron la tela los zombis para hacerse esos trajes rojos tan chic?
6. Etc. etc. etc. etc.

Tal vez lo único que en verdad funciona en estas dos horas de flagrante estupidez sea la brillante banda sonora de Michael Abels, y la dirección de fotografía de MIke Gioulakis, a quien tal vez recuerden de la icónica cinta de horror It Follows. Todo lo demás es escandalosamente fallido, al grado de que ni siquiera las partes cómicas (que en teoría deberían ser el punto fuerte de Peele) funcionan, inundando el metraje de dad jokes que brillan por su torpeza. En fin. Llevo meses escuchando a la muchedumbre reunida aplaudir, pero en el centro sólo veo a Jordan Peele desnudo.

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