Los trolls son personajes fundamentales en la mitología escandinava. Estos seres, que viven bajo tierra en grandes cavernas y cuya primitiva personalidad se caracteriza por ser un compendio de los peores defectos del comportamiento humano, son los principales protagonistas de Troll Hunter, una película noruega que mezcla lo aprendido en The Blair Witch Project y Cloverfield, para crear una muy respetable película de acción.
La cinta inicia con un brevísimo prólogo escrito, que advierte al espectador que las imágenes que va a ver son completamente reales y que éstas se encontraron en una serie de rollos fílmicos entregados de forma anónima en una estación de policía. Lo sorprendente es que esta advertencia, que se ha usado ya infinidad de veces y que ningún espectador moderno creería, es aún así un recurso que sirve para generar grandes expectativas de emoción e imágenes impactantes. Expectativas que Troll Hunter cumple de buena manera.
Un grupo de estudiantes de cine, compuesto por un camarógrafo, una chica de sonido y un joven director, deciden hacer un documental sobre el mito de los trolls y sobre los dementes que piensan que de alguna forma éstos pueden existir. El giro de la historia comienza cuando, por azares del destino, se encuentran a un tosco personaje, que resulta ser un cazador de trolls contratado por una entidad secreta del gobierno noruego, encargada de mantener a las gigantes bestias en una remota zona del país, para evitar un encuentro con algún asentamiento humano.
El director y guionista de la cinta, André Øvredal, desmitifica a los trolls y los despoja de la racionalidad con la que la mitología los había dotado, transformando a estos seres en animales violentos puramente guiados por el instinto, pero dejando algunos puntos esenciales detallados en la literatura, como la atracción de éstos por la sangre humana católica o el hecho de que al someterlos a la luz del sol se convierten instantáneamente en piedra.
Conforme los jóvenes se introducen cada vez más en los secretos de la entidad gubernamental que controla a los trolls, la acción se duplica y la cinta entra en un muy buen nivel de dinamismo, aderezado con los típicos manejos de cámara en mano que siempre funcionan para generar tensión en la audiencia y con baratos pero convincentes efectos especiales, que recuerdan al trabajo realizado por Neil Blomkamp en District 9.
Troll Hunter no tiene casi nada nuevo que ofrecer, sin embargo, a pesar de su simplona historia, sus dudosas actuaciones y sus numerosas incongruencias, logra ser un espectáculo entretenido, que cumple lo que prometía en el trailer y que hará las delicias de los aficionados al cine de acción.