The Nightmare (2015)

Como buena plaga, el ser humano busca sobrevivir y expandirse a toda costa sobre la faz de la tierra. Débiles y limitados físicamente, hemos recurrido a la búsqueda obsesiva de conocimiento como arma primordial para dominar nuestro entorno, sin embargo, milenios de acumulación teórica basada en la aplicación del método científico se enfrentan con un muro infranqueable al vernos en el espejo. El estudio del ser humano, por el ser humano y para el ser humano no es tarea fácil. Toda la objetividad necesaria para estudiar un fenómeno natural se desvanece al momento de intentar analizar nuestra mente, convirtiendo de inmediato al cerebro en uno de los misterios más inexorables a los que puede enfrentarse la humanidad: un órgano plagado de secretos y códigos aun no completamente desentrañados, en el que habita nuestra supuesta individualidad.

Dentro de ese amasijo de neuronas, cuyas interacciones dan como resultado el “típico comportamiento humano”, suelen engendrarse anomalías: propensión a la euforia, a la depresión, a la ira; habilidades matemáticas, motrices o de lenguaje; e incluso inclinaciones psicóticas, son algunas de las desviaciones que inexplicablemente se generan en esa definitoria materia gris. Dentro del extenso catálogo de variaciones mentales, en ocasiones surge un trastorno denominado parálisis del sueño, en el que durante un estado intermedio entre el sueño profundo y el despertar, la mente toma conciencia de sí misma pero es incapaz de coordinar los movimientos del cuerpo, dando lugar a un sentimiento opresivo de impotencia o terror en los desafortunados que la padecen.

Que “se te suba el muerto” es un padecimiento bastante común, sin embargo, un selecto grupo de infelices lo sufren no sólo con una frecuencia aterradora, sino que además experimentan durante el mencionado trance la presencia de entidades malignas que los observan, que los acechan, o que de plano los atacan aprovechando su estado de completa indefensión.

Rodney Ascher, el documentalista que se encargó de reunir las teorías más descabelladas sobre The Shining en la interesante Room 237, permanece en el género del docuhorror y presenta The Nightmare, obra que recoge los testimonios de varios personajes que noche tras noche, aterrados, pero vencidos por el ineludible cansancio, caen presa de la parálisis del sueño y de sus aterradoras alucinaciones.

Tras unos primeros veinte minutos bastante flojos, Ascher cambia de registro al desechar los recursos tradicionales del cine documental para contar la historia de sus protagonistas mediante los códigos del cine de terror. El acierto es notable y genera que las risas con las que se recibe el testimonio de un pobre hombre que ve cómo unos alienígenas lo manosean durante su parálisis, se transformen en silencio y horror cuando los relatos comienzan a incrementar su intensidad y a pasar del plano de la ficción risible al plano de la escalofriante realidad (véase el intenso segmento del gato en el pecho).

The Nightmare constituye un buen ejemplo de los alcances del documental moderno, que cada vez con más frecuencia derruye las fronteras entre documental y cine de género, generando piezas en las que la “veracidad” de lo narrado pasa a ser un tópico mucho menos crucial que el de envolver al espectador con una buena historia. Al final la verdad no existe y todo es cine, pero Ascher, sin lugar a dudas, hace buen cine.

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