La guerra es una droga. Con esta frase da comienzo la más reciente película de Kathryn Bigelow, otro acercamiento fílmico más al Vietnam del nuevo siglo, la guerra de Irak.
La ex de James Cameron narra con bastante habilidad los últimos días de servicio de la compañía encargada del desarme de explosivos en campo. Compuesta por dos soldados de fuerzas especiales y un loco encargado de desactivar bombas, dicha compañía ve pasar los días en una constante desesperación, que sólo se ve mejorada por el disparo de adrenalina que provoca la cercanía de la muerte.
Es precisamente esa obsesión por el peligro el tema central de la cinta, llegando a manejar la idea de que para algunos se vuelve una adicción incontrolable, un medio de funcionar como autómatas para olvidarlo todo, a tal punto de que sufren y desprecian aquellos momentos en los que la tranquilidad los regresa a la realidad.
Muchas de las situaciones de tensión generadas a lo largo del filme son excelentes, sin embargo algunas de ellas carecen de lógica o son predecibles, lo que evidentemente actúa en contra de la calidad de la cinta, sin embargo la buena interpretación de Jeremy Renner como el demente deseoso de ver a la muerte de frente hace que todo valga la pena.
Afortunadamente para la película, el nivel de la misma empieza bajo y constantemente asciende, así que la impresión final del espectador probablemente sea muy satisfactoria, situación que se observa en los altos ratings que tiene la cinta en diversas páginas de críticas a lo largo y ancho de la red.
En la parte visual, una vez más volvemos a ver ese manejo de cámara tipo documental que se ha puesto tan de moda en este género de películas, que precisamente se ha explotado tanto porque logra generar de forma efectiva un sentimiento de tensión e incertidumbre en el espectador.
En realidad no hay mucho más que decir acerca de esta cinta, que tal vez se centra demasiado en la acción en vez de explorar con mayor profundidad el aspecto psicológico de sus interesantes personajes. Sin embargo es una obra que vale la pena ver.