The Human Centipede III (Final Sequence) (2015)

Seis años atrás Tom Six era un director fracasado que tomó por sorpresa al género del body-horror con una simple idea profundamente perversa: unir a un grupo de personas quirúrgicamente mediante una cirugía boca-ano para construir un grotesco ente llamado The Human Centipede. La idea dio como resultado dos filmes: el primero, que aprovechaba la novedosa y grotesca idea para publicitarse, carecía por completo de cualquier atisbo de talento histriónico o narrativo, dando lugar a una experiencia fílmica paupérrima; el segundo sin embargo fue una historia completamente diferente, un filme inteligente e hiperviolento, estéticamente brillante y con una historia que sorprendía por su hábil manejo del metarrelato, en definitiva, una de las experiencias más traumáticas jamás proyectadas en una sala cinematográfica.

Tras cuatro años de planeación y elevadas expectativas, Tom Six presenta la conclusión de su trilogía con The Human Centipede III (Final Sequence), filme que se publicitó como algo que superaría a las dos previas películas en cuanto a impacto visual, narrativa demencial y números –el ciempiés humano de la primera cinta era de tres personas, el de la segunda de doce y éste prometía ser de quinientas personas–.

Oh, decepción. The Human Centipede III (Final Sequence) no sólo es la película menos violenta de toda la trilogía, sino también la peor actuada, escrita y dirigida. Un evento fílmico ridículo, molesto y burdo como hacía mucho tiempo no tenía la desgracia de ver.

Six reúne a Dieter Laser y Laurence R. Harvey –respectivos villanos de las dos primeras cintas– y los coloca como jefe y contador de una prisión dantesca en medio del desierto, que se ve en la necesidad de reducir costos de operación a toda costa. Después de una contextualización burdísima de la “maldad” del carcelero mayor –gráfica emasculación incluída– la solución para controlar las revueltas presidiarias y los costos de operación del penal surge cuando, utilizando de nuevo el truco del metarrelato, el personaje de Harvey ve las dos primeras cintas de Tom Six –a quien consulta sobre la precisión médica de sus películas en un cameo también francamente penoso– para finalmente decidir, como bien podrán haber adivinado, ensamblar un gigantesco ciempiés humano con todos los presidiarios.

La trama, profundamente imbécil y sintetizable en apenas dos renglones, se construye a través de momentos de risible violencia extrema –castraciones forzadas, baños de agua hirviendo, amputaciones, etc.– aderezados con la actuación más insoportable del 2015 cortesía de Dieter Laser, cuyo método de interpretación se reduce a recitar todas y cada una de las líneas de sus diálogos a gritos y con una lentitud exasperante.

De este magno desastre poco o nada se puede rescatar. La concatenación de fallos es tan risible que el póster publicitario muestra la escena climática del filme. Poco más hay en esa hora y media de basura cinematográfica. Vean el póster, ahórrense todo lo demás, y enmarquen la segunda parte de The Human Centipede como el hermoso one hit wonder que es.

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