Pier Paolo Pasolini ha estado siempre dentro de mi lista de directores de cine favoritos. La sensibilidad poética y la crudeza directa de sus obras siguen manteniéndolo como un hombre clave en la historia de la cinematografía italiana.
Dentro de su filmografía, en la que adapta diversas obras clásicas de la literatura universal o en la que se adapta a si mismo como novelista o guionista, destaca Salò, que logra de manera perfecta combinar estas dos facetas.
Salò o le 120 Giornate di Sodoma es la última película filmada por Pasolini, ya que poco después de su estreno sería asesinado por uno de sus amantes en circunstancias que nunca quedaron del todo resueltas, generándose miles de teorías conspiracionales acerca de como el gobierno italiano quería quitarlo del camino, debido a su conflictiva personalidad y a su activismo ideológico contra el sistema establecido.
El guión de Salò tomó mucho tiempo en materializarse, ya que inicialmente Pasolini quería adaptar el mítico libro de Los 120 días de Sodoma, mediante una puesta en escena correspondiente a la época vivida por el Marqués de Sade. Sin embargo, conforme fue evolucionando el proyecto, Pasolini, que había vivido su infancia en la república social fascista de Salò, decidió que sería mucho más interesante reubicar el libro de Sade justo ahí.
Aquellos ustedes que hayan pasado por el kilométrico manuscrito de Sade, sabrán que la obra que relata 120 días en la vida de unos crueles libertinos no fue terminada, debido a que únicamente se noveló la primera parte, dejando el Marqués para el resto un conciso planteamiento de las torturas realizadas y los personajes que iban siendo asesinados en cada día. Es por esto que adaptar la obra cumbre de la crueldad no era tarea fácil.
El logro de Pasolini es fantástico, ya que tomando como base la estructura narrativa del libro, logra plasmar mediante la brutalidad de los cuatro libertinos (El Obispo, el Magistrado, el Duque y el Presidente), su visión de la sociedad italiana en la época del fascismo, estableciendo al mismo tiempo una crítica atronadora contra la religión, el consumismo y los modelos sociales establecidos, incluyendo al marxismo del que alguna vez fue admirador.
La cinta se dividió en cuatro capítulos, el Anteinfierno, el Círculo de las manías, el Círculo de la mierda y el espeluznante Círculo de la Sangre, capítulos que fungen como una clara referencia al infierno de Dante y que descienden de forma consecutiva a un terrible pozo de nihilismo y brutalidad.
El estreno del filme estuvo sumido en la controversia y fue abiertamente censurado en muchos países por su extremo contenido sexual y violento, así como por el alegato de que muchos de los jóvenes participantes en las orgías eran menores de edad. Sin embargo, Criterion ha editado una fantástica versión íntegra de la cinta que es fácilmente conseguible.
La vigencia de Salò en la actualidad es indiscutible, ya que uno puede ver todo el cine gore o giallo de la historia y aún así sentir un profundo impacto por la brutalidad de esta cinta, que a diferencia de los géneros que cito, no se fundamenta sólo en su cruel colección de imágenes, sino en su profundo mensaje acerca del descubrimiento y la aceptación del ser humano puramente cruel e irredento.
Filmada con una maestría absoluta, la despiadada y poética obra final de Pier Paolo Pasolini es en definitiva una de mis películas favoritas de todos los tiempos.