La ciencia ficción, dentro de sus múltiples variantes, tuvo en el concepto del viaje en el tiempo a uno de sus reductos más coherentes y al mismo tiempo más descabellados, el cual no sólo tenía el valor de proponer un juego con algo tan complejo como el espacio-tiempo, sino que, al ser científicamente imposible, le permitía al autor determinar con total libertad y un mínimo de coherencia narrativa las reglas y fundamentos de tan atípico viaje.
La interesante premisa se activa cuando las autoridades del futuro, por alguna misteriosa razón, comienzan a cancelar los contratos de los loopers, cancelación que implica mandar al looper del futuro, que ya es un anciano, al pasado, para que su “yo joven” lo mate como un trabajo más, cerrando por tanto su círculo vital. El dramático pero lógicamente fallido método, evidentemente deviene en que algunos de los loopers jóvenes descubren que están a punto de matar a sus “yos del futuro” y no consiguen completar el asesinato. Situación que enfrenta Joseph Gordon Levitt, estupendamente maquillado para parecer un joven y bizarro Bruce Willis, cuando ve aparecer ante sus ojos a ese “yo del futuro” al que reconoce y que ha venido para detener al brutal dictador que está matando a los loopers.
Mezcla argumental de Terminator y Twelve Monkeys, película en la que Willis también participó, Looper es una divertida cinta de acción y viajes en el tiempo, que a pesar de utilizar una gran cantidad de parámetros preestablecidos del género, consigue reinventar ciertos detalles que le transmiten al espectador la ilusión de no estar viendo un simple refrito, sino algo incluso innovador.
Es también de agradecerse que Johnson consigue elaborar un guión que, salvo por algunos fallos lógicos que finalmente son los que dan pie a la trama, resuelve con coherencia argumental la historia y evita con bastante éxito esos errores tan fáciles de cometer cuando una historia se sumerge en los intrincados laberintos del viaje temporal.
Dinámica y emocionante de principio a fin, la cinta se debe en gran parte a la química que se desarrolla entre la pareja principal, constituida por un Bruce Willis que a pesar de que cada vez consigue menos papeles sigue siendo el tipo rudo por excelencia, y por Joseph Gordon Levitt, quien da vida a una especie de parodia de Willis, la cual bordea el ridículo pero termina siendo absolutamente disfrutable.
Con Looper, Johnson consigue crear una de las cintas de acción más sólidas del año, al mismo tiempo que vuelve a poner sobre la mesa los interminables debates sobre la plausibilidad del viaje en el tiempo, con sus múltiples reglas y conflictos éticos. Situación que por sí sola ya vale el costo del boleto.