The Human Centipede II (Full Sequence) (2011)

Puedo imaginar perfectamente a Tom Six, sentado en su estudio tras haber estrenado la primera parte de The Human Centipede, leyendo crítica tras crítica de fanáticos desilusionados con lo poco que dicho filme muestra al espectador del tan ridículo como genial ciempiés humano. Me lo imagino de noche, con el rostro iluminado por la luz de la computadora y con una mueca burlona pensando “¿Quieren mierda?, yo les daré mierda.”

The Human Centipede II (Full Sequence) es un gigantesco FUCK YOU en letras mayúsculas a todos los que denostamos la primera cinta llamándola blanda, simplona y deficiente, ya que en esta ocasión Tom Six mete toda la carne al asador y le da al público un viaje que pocos podrán olvidar con facilidad, creando el shocker del año y casi equiparando su obra a la mítica A Serbian Film, que tantos estragos generó en su paso por los festivales internacionales.
Es mediante un giro inteligente que Six retoma la historia del ciempiés humano, ubicando a esta segunda parte en un “mundo real” en blanco y negro, en el que un cuidador de estacionamiento con fuertes deficiencias mentales pasa los días viendo una y otra vez el filme de The Human Centipede. Es precisamente la devoción de ese grotesco personaje hacia la película la que genera su deseo por recrear el nauseabundo ciempiés, pero utilizando en esta ocasión a doce desafortunadas personas, entre las que se encuentra la actriz principal de la primera cinta, a la que contacta a través de su representante diciéndole que Tarantino la quiere para su siguiente filme.
La interesante propuesta del guión para continuar la saga pronto se transforma en una auténtica pesadilla cuando el villano, interpretado con aterradora maestría por Laurence R. Harvey, comienza a enrolar gente para su descabellada fantasía, asaltándolos por las noches en el solitario estacionamiento con ayuda de su inseparable barra de acero.
La unidimensionalidad de la primera cinta queda completamente de lado en esta entrega, en la que Six se enamora tanto de su historia como de su perverso villano y finalmente los explota hasta llevarlos al extremo, con fabulosos detalles como la descripción de la infernal vida familiar del protagonista, de donde se desprenden grandísimas secuencias de terror psicológico y físico.
La brillante crítica que Six hace de sus propios seguidores al pintar a su más grande fanático como un pobre retrasado, sádico y bueno para nada, que vive con su madre, es al mismo tiempo un relato que consigue apelar a la repugnancia más primaria del espectador, sometiéndolo a una serie de secuencias absolutamente aterradoras, que aprovechan al máximo los fundamentos del cine gore y que en combinación con el hiperestilizado estilo fotográfico en blanco y negro de David Meadows, dan como resultado un filme que satisfará el depravado apetito de aquellos fanáticos de lo extremo que repudiaron la primera cinta.
Six prepara ahora la conclusión de su trilogía. Según sus propias declaraciones la tercera parte hará ver a la segunda como un filme de Disney. Ignoro cómo pueda lograr algo mucho más extremo que esta segunda entrega, pero sin duda estaré esperándolo.

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