Vargtimmen (Hour of the Wolf) (1968)

El frenesí vanguardista que llevó a Bergman a ese maravilloso despliegue radical y anarquista al que dio por título Persona, encontraría dos años después su continuación en Hour of the Wolf, primer y único flirteo del director sueco con los códigos del cine de terror, tal vez con la excepción del delirante telefilme, Riten, que estrenaría apenas un año más tarde, en 1969.

En Hour of the Wolf se reunen dos de los pilares histriónicos más importantes de la filmografía bergmaniana. Por un lado aparece el legendario Max von Sydow, quien interpreta a un pintor que, en su afán por escapar del mundo después de sufrir una terrible crisis psíquica, decide refugiarse en la solitaria isla alemana de Baltrum con el único fin de reencontrarse con el arte. Es ese acto de misantropía el que obliga a Liv Ullmann, musa eterna de Bergman, a recluirse junto a su perturbado marido en una cabaña donde día tras día ve, desde la intrascendencia de la mujer abnegada y servicial, cómo su esposo comienza a perder completamente la razón.

Las alucinaciones con las que el artista coexiste dentro de la isla, en las que un grupo de aristócratas siniestros se aparecen ante él demandando sus servicios como pintor, se entretejen con el redescubrimiento que éste hace de su sexualidad con una amante de tiempos pasados. Dichas alucinaciones comienzan a ser vistas de igual forma por el personaje de Ullmann, quien asume como propias las esquizofrénicas escenas que lee en el diario de su marido, sumergiéndose en un perturbador mundo del que cada vez le será más complicado salir.

Utilizando un proceso narrativo con base en un gran flashback en el que Ullmann rememora los acontecimientos que llevaron a la desaparición de su esposo, Bergman arma una gran alegoría sobre el mercado del arte, los traumas que conlleva el proceso creativo y la discutible inutilidad del arte en el mundo contemporáneo. Alegoría que se construye de forma gradual como una gran pesadilla hasta erigirse finalmente en un extraordinario performance surrealista.

La parquedad dialéctica de Hour of the Wolf se complementa con una impactante potencia visual, desglosada con maestría a través de un cúmulo de escenas que, conforme avanza el relato, cambian la estética naturalista de la isla, para mudarse al demencial horror que se esconde en el castillo de la tribu de aristócratas, seres que en determinado momento ya no se sabe si son proyecciones mentales del genial artista o de su atormentada pareja.

Joya discreta en la ínclita filmografía de Bergman, mas no por ello una obra menor, Hour of the Wolf es reflejo de uno de los momentos de mayor conflicto interior del director sueco y es tal vez una de sus cintas más personales, en donde desnuda todos los temores relacionados con su capacidad creativa, la cual según sus propias palabras había alcanzado su límite justo dos años antes con Persona, y que termina aderezando con la exploración de dos de sus temáticas favoritas: la sexualidad y la muerte.

En definitiva, Vargtimmen es un filme que bien podría ser la obra maestra de un millar de directores cuyos nombres no fueran Ingmar Bergman.

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