The Visit (2015)

M. Night Shyamalan lo ha pasado bastante mal en la última década. Bodrio tras bodrio, el otrora exitoso director de piezas de culto como The Sixth Sense o Unbreakable, se ha dedicado a cavar –con asombrosa meticulosidad– una profunda tumba en la cual enterrar su carrera –¿Qué se puede esperar ya de un director capaz de hundir una película protagonizada por Will Smith y su hijo?– sin embargo, es probable que esa extensa cadena de desastres haya sido la motivación perfecta para que, seguramente desde la desesperación, Shyamalan volteara hacia su pasado con la intención de reconstruirse desde el género que lo hizo famoso, desde el manejo sencillo pero brillante de guiones que no requerían una puesta en escena deslumbrante, y desde la sorpresa del giro inesperado pero no forzado; vamos, desde la inteligencia.

Es el terror en su faceta más minimalista y casi siempre “amateur” –found footage– el vehículo mediante el que Shyamalan escoge narrar The Visit: filme centrado en el viaje que dos chicos –una adolescente aspirante a cineasta, y su hermano tímido, bonachón y germófobo– harán rumbo a la casa de sus abuelos maternos, a quienes nunca han visto por causa de un viejo pleito familiar, y con los que deciden pasar una semana de vacaciones para conectar con sus raíces.

El viaje de redescubrimiento familiar de los dos chicos, que en un principio encuentran en sus abuelos a dos viejitos amables y amorosos, se transformará en una incómoda experiencia al revelarse el comportamiento errático y atípico de los ancianos –comportamiento que inicialmente cae dentro de lo excéntrico, pero que con el paso de los días comenzará a adentrarse en terrenos de lo profundamente perturbador–.

Shyamalan desentierra en The Visit las mejores cualidades del género found footage –género que a pesar de haber sido sobreexplotado sigue siendo un arma narrativa interesante– para armar un relato que recurre al viejo truco de infundir terror a través de los detalles y comportamientos que se saben fuera de lugar. Terror que se traduce en una estupenda atmósfera de incomodidad y anticipación de lo abyecto, la cual conduce al espectador a través de un crescendo demencial que aterriza en un final efectivo y potente a pesar de su sencillez.

Exitosa vuelta a los núcleos básicos del horror, The Visit triunfa gracias al inteligente guión de Shyamalan, al gran trabajo de Maryse Alberti tras la cámara, y finalmente al talento histriónico de los jóvenes Olivia DeJonge y Ed Oxenbould, quienes consiguen crear un lazo de empatía con el público, y contribuyen a que el clímax del filme sea, además de creíble, impactante y agresivo para el espectador.

Nada como el arquetipo de la familia para ensamblar, en torno a sus frustraciones y a sus misterios, una perturbadora historia de horror. Es bueno tenerte de vuelta, Shyamalan.

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