Si por alguna razón inevitable del destino supieran que van a naufragar en una isla desierta y sólo pudieran llevarse una sola cosa, ¿que sería? Si obviamos las respuestas relacionadas con la supervivencia básica, como fuego, agua o alimento, hace veinte años la respuesta a esa pregunta tal vez tendría que ver con algún libro favorito, o con algún objeto que encerrara un profundo significado sentimental, sin embargo, veinte años después, muchos de nosotros escogeríamos una computadora con conexión a Internet.
El Internet ha dado un vuelco al mundo en que vivimos. El poder de tener al alcance de un click el conocimiento acumulado por toda la humanidad es simplemente abrumador, pero el fenómeno no se detiene ahí, ya que probablemente el cambio más dramático se centre en la brutal mutación que han sufrido las relaciones interpersonales en la última década. De forma aparente todos estamos conectados en ese mundo de las ideas con el que soñaba Platón, pero irónicamente en vez de darnos la libertad ha sido un grillete que nos ata a lo más profundo de la caverna.
Es dentro de esta vorágine de eventos tecnológicos que surgen ciertas mentes privilegiadas, dispuestas a ver más allá de la sucia pared que tienen delante, para girarse y contemplar el mundo desde una perspectiva diferente y por supuesto sacar provecho de ello. The Social Network es la historia de uno de estos visionarios, un hombre que con su tremenda visión y su maquiavélica falta de escrúpulos logró fundar uno de los imperios más importantes de ese monstruo al que llamamos Internet, Facebook.
El nuevo trabajo de David Fincher (Seven, Fight Club) es excelente en muchos sentidos, pero tal vez lo más importante de todo sea el dinamismo visual y narrativo que impone al guión de Aaron Sorkin, que a su vez surge de la adaptación de una novela de Ben Mezrich.
Con una excelente secuencia inicial que pone el tono de lo que será la película, Fincher prepara al espectador para un maremoto narrativo con excelentes diálogos, secuencias cargadas de emoción que juegan magistralmente con la temporalidad de la historia y una soberbia banda sonora compuesta por la dupla de Trent Reznor (Nine Inch Nails) y Atticus Ross (How to Destroy Angels).
Las actuaciones del elenco merecen también su alabanza, ya que Jesse Eisenberg logra dar vida a un antihéroe que genera tanto odio como compasión en el espectador y que irónicamente, a pesar de su condición de inadaptado social y su profunda misantropía, pasará a la historia como uno de los personajes que más han influenciado a la sociedad moderna.
La oda a la obsesión por alcanzar el éxito, se completa con un gran Andrew Garfield en el papel del único amigo de Zuckerberg y con la fantástica doble actuación de Armie Hammer, que interpreta a los gemelos que demandan al protagonista por la autoría de Facebook.
No hablaré mucho más de la historia porque todos a grandes rasgos sabrán lo suficiente de la vida de Mark Zuckerberg, el multimillonario más joven del mundo creador de Facebook, para darse una idea de lo que trata la cinta, pero también ignorarán lo suficiente para disfrutar el flujo de la historia y sus sorpresas.
Lo más disfrutable y a la vez terrible de The Social Network es el regusto que deja después de verla. Un malestar agridulce que nos recuerda lo insignificantes que somos en un mundo que actúa como un colectivo social mecanizado, dentro del que, aunque pretendamos no serlo, somos engranes fácilmente reemplazables que giran toda su vida al ritmo que gente como Mark Zuckerberg les dicta.