The Lost Boys es la cuarta película realizada por Joel Schumacher, pero probablemente junto con Flatliners sea la más mítica de toda su carrera. El filme es un cuento vampírico realmente sencillo, en el que la típica familia norteamericana compuesta por una madre divorciada y dos hijos, se muda al poblado de Santa Carla, conocido también como The Murder Capital of the World gracias a las constantes desapariciones de sus habitantes, todas ellas provocadas por una cruenta banda de vampiros.
Esta probablemente sea una de las cintas de vampiros más divertida que haya visto, con un reparto extraordinario formado por una cantidad impresionante de íconos fílmicos ochenteros, entre los que destacan Corey Haim, Dianne Wiest, Corey Feldman, Edward Herrmann y el mismísimo Kiefer Sutherland como el lider de la pandilla vampírica.
La historia, plagada de clichés pero siempre divertida, narra las aventuras de los dos hermanos que intentarán detener a las hordas de vampiros que asolan el pueblo, con la ayuda de dos nerds asiduos lectores de cómics que los orientarán con la estrategia a seguir.
Como si fuera una mezcla entre The Goonies y Braindead, aunque esta última sea posterior, The Lost Boys combina a la perfección el humor negro con emocionantes escenas de acción, que aunque no perturbarán en lo más mínimo al espectador moderno, sin duda lo divertirán y le harán recordar aquellos tiempos ochenteros gracias al excelente soundtrack y al gran diseño de vestuario, donde los peinados esponjados y los chicos rudos con chaquetas de cuero acaparan todas las miradas.
Con un nivel de violencia muy atenuado para los estándares a los que estamos acostumbrados en la actualidad, la película toma por sentado que todos conocemos lo que es un vampiro, por lo que no intenta ahondar para nada en el mito de los chupasangre, centrándose únicamente en la acción pura y dura. Sin embargo esto no es un defecto, ya que al terminar de verla les aseguro que tendrán una gran sonrisa de satisfacción en sus caras.