Michael Winterbottom es un gran contador de historias. A lo largo de su carrera, este inglés admirador de Bergman ha conducido a sus espectadores por las salvajes calles de Sarajevo, para luego llevarlos a fiestear con Joy Division o torturarlos en la salvaje cárcel de Guantánamo, asegurándose casi siempre de crear experiencias audiovisuales que permanezcan en la mente del espectador.
En esta ocasión Winterbottom presenta la adaptación de una novela policiaca del escritor estadounidense Jim Thompson, que ubicada en los años cincuenta cuenta la historia de Lou Ford, sheriff y miembro ejemplar de un pequeño pueblo norteamericano, que bajo una impecable fachada oculta los sentimientos de un sádico y violento psicópata.
La excelente historia escrita por Thompson construye un simple pero fino entramado mediante el que el brutal protagonista engaña y manipula a todo el mundo para ocultar sus crímenes y parafilias. Por desgracia Winterbottom no logra introducir el dramatismo que esta historia merecía y a pesar de que la cinta causó un poco de escándalo debido a sus misóginas escenas de violencia, el resultado final resulta poco impactante debido en gran parte a la falta de capacidad actoral en el elenco.
Con excepción de Cassey Affleck, que cumple con los requerimientos del papel principal y logra dar forma a esa bestia de apariencia tímida y despiadado intelecto, el resto de los personajes simplemente no dan la talla, comprobando nuevamente la absoluta incapacidad de Jessica Alba para actuar y sufriendo un poco a Kate Hudson, que a pesar de ser una estupenda actriz únicamente logra transmitir algo en la mejor secuencia de la cinta.
The Killer Inside Me no es un bache en la filmografía de Winterbottom, pero está muy alejada de la calidad impresa en las mejores películas del director, aunque de todas formas el resultado final es entretenido y puede disfrutarse.