The Imposter (2012)

La personalidad, ese caos psíquico que parte de un azar químico/hormonal y que se alimenta de las experiencias que el ser humano recopila a través de su vida, es una de las características primordiales que distinguen a un individuo de sus congéneres y que define, de forma casi irremediable, el lugar que éste ocupará dentro de la vasta y compleja organización social de la que forma parte. Sin embargo, existe la posibilidad de que la personalidad sea modificada de forma consciente, situación que ha otorgado un poder inusitado a la cultura del tratamiento psicológico, a través del permanente deseo del hombre por dominarse y, de esta forma, transformarse en un individuo nuevo que muchas veces poco o nada tiene que ver con el que es al inicio del tratamiento.

Ese deseo, hasta cierto punto recurrente y natural, de ser ligeramente distintos y cambiar algunos de nuestros hábitos más negativos por otros que nos ayuden a desarrollarnos con mayor éxito en la vida, es llevado hasta el extremo más perturbador en The Imposter, el extraordinario filme dirigido por Bart Layton, quien consigue dar un giro de tuerca al género documental, transformando su cinta de una mera narración de acontecimientos verídicos, a una clase magistral de cómo debe utilizarse el suspenso en la pantalla grande.

La película comienza poniendo una serie de cartas cruciales sobre la mesa, mediante el planteamiento de un sonado caso acaecido en Texas, donde un pequeño niño de 13 años, de nombre Nicholas Barclay, desaparece un buen día sin dejar rastro alguno. Valiéndose de dramatizaciones actuadas y entrevistas a los personajes involucrados, el filme continúa su relato, el cual toma un giro inesperado cuando, tres años después, la familia texana recibe una llamada en la que les confirman que un joven, que responde al nombre de Nicholas Barclay, acaba de ser encontrado en una calle de Linares, España, alegando que había sido secuestrado por una red de prostitución infantil.

Ante la noticia, la hermana de Nicholas vuela de inmediato a España  y lo encuentra muy cambiado, mucho más alto y con una cara que poco tiene que ver con el niño que hace 3 años había desaparecido, sin embargo, lo reconoce como su hermano y acepta regresar con él a Texas para retomar la vida suburbana y pacífica que siempre habían tenido.

En los primeros quince minutos del filme se revela que Nicholas en realidad es un ladrón de identidades que decide hacerse pasar por el pequeño niño, sin embargo, el increíble evento es apenas el principio de un relato que se va revelando como una historia con una grotesca subtrama que, poco a poco, y gracias a la maestría de Layton para dosificar la información presentada en pantalla, se transforma en una experiencia digna de una cinta de terror.

The Imposter no sólo es un relato brillante sobre el deseo humano de comenzar de nuevo llevado hasta sus últimas consecuencias, sino una fotografía de esas sociedades que se desarrollan dentro del primer mundo y que, sumergidas en un perturbador limbo cultural y poseedoras de todos los recursos para existir cómodamente, dan como resultado grupos humanos carentes de toda moralidad y enfocados a vivir sin mayor pretensión que la mera subsistencia y el disfrute inmediato del instante.

Durante varios días permanece latente el escalofrío intelectual que The Imposter transmite con su excelente factura al espectador, el cual no podrá dejar de reconstruir en su cabeza los minutos finales del filme, que nos recuerdan que no hay terror más efectivo que el que se construye desde la veracidad, y que erigen a The Imposter como una de las cintas más perturbadoras del 2012.

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