Poca gente podría no estar de acuerdo con la afirmación de que Charlie Kaufman es uno de los guionistas más brillantes de nuestra época. Su fantástica imaginación lo ha llevado a escribir historias magníficas, casi siempre centradas en los dilemas del ser humano, sus miedos, sus anhelos y sus constantes frustraciones.
“Synecdoche, New York” es el primer acercamiento de Kaufman a la dirección, consiguiendo con esto un control absoluto en la creación y desarrollo de la película, tanto en el guión como en la forma de tratarlo visualmente.
El resultado de este “ejercicio” que Kaufman planeó por cuatro años, desde que concluyó el guión de Eternal Sunshine of the Spotless Mind, es francamente interesante y sumamente complejo.
Rodeado de grandes actores, destacándose entre ellos Philip Seymour Hoffman por su grandísima interpretación, Kaufman logra manufacturar un mundo que se mueve en la delgada línea que separa al surrealismo del crudo realismo, inclinándose por momentos a placer sobre alguno de estos lados.
La película sigue la vida de un director de teatro interpretado por Hoffman, que como muchos de los personajes Kaufmanianos, es un completo perdedor. Casado con una pintora vanguardista que lo abandona para empezar de nuevo su vida, acomplejado respecto al mundo que le rodea, hipocondríaco y secretamente enamorado de una mujer que vive en una casa que constantemente está en llamas (sí, incendiándose como si el fuego fuera un elemento decorativo). Afortunadamente para él, recibe un patrocinio para crear una obra de teatro, de forma que el hombre decide escenificar su propia vida, elaborando un mundo y una obra de teatro tan monumentales, que el set se construye como una réplica de la ciudad, dentro de una gigantesca nave industrial, donde con el paso de los años vamos viendo a través de la obra la propia evolución de la vida del director, con la cual todos nos podemos identificar en mayor o menor medida. De ahí el título de la película, ya que una sinécdoque es un “tropo que consiste en designar a un todo con el nombre de una de sus partes”, o en este caso al género humano con el nombre de una de sus partes, llamada Philip Seymour Hoffman.
El guión desde mi punto de vista es el más complejo de la carrera de Kaufman y le exige al espectador un gran nivel de atención o varias revisiones del filme, para poder desglosar satisfactoriamente las motivaciones y la infinidad de detalles que se esconden bajo la fachada de esta gran película.
Como se habrán dado cuenta este no es un filme fácil de ver, así que seguramente no será un éxito de taquilla, incluso tiene momentos en los que no estuve de acuerdo con algunas cosas que me parecieron ya en extremo pretenciosas, sin embargo, analizando la película como un todo, el resultado es de gran belleza y calidad.