Swiss Army Man (2016)

¿Cuántas veces hemos escuchado que el cine está pasando por una crisis de originalidad? Una y otra vez los medios especializados se han cansado de despotricar contra la llamada “era del remake“, cuyo objetivo es llenar las arcas hollywoodenses mediante la constante calca o reciclaje de ideas fílmicas ya vistas. Sin embargo, aunque resulta innegable que estamos inmersos en una era que venera al reciclaje de ideas exitosas, el cine, la literatura, y las artes en general, siguen empujando los límites narrativos para encontrar ese concepto tan amplio y vago al que llamamos originalidad.

Prueba de lo anterior es Swiss Army Man, la ópera prima de los directores norteamericanos Dan Kwan y Daniel Scheinert, que les valió el premio a mejor dirección en el festival de Sundance.

El filme narra las vicisitudes de un náufrago al borde de la locura, que a unos instantes de quitarse la vida ve en la playa de la pequeña isla en la que se encuentra un cuerpo humano inmóvil. Intrigado, el náufrago –a quien da vida un estupendo Paul Dano– decide cancelar sus planes de suicidio para acercarse al que cree puede ser su nuevo compañero de desgracias, sólo para descubrir que el hombre traído por el mar no es mas que un cadáver –hilarante Daniel Radcliffe– en proceso de descomposición. Sin embargo, al ver el poderío de las flatulencias que despide el cuerpo inerte, el personaje de Dano se percata que éste puede ser su pase de vuelta a tierra continental, montándolo cual lancha motorizada y alcanzando tierra firme en los primeros minutos del filme.

Es a partir de ese momento que el protagonista descubre que el cadáver está diseñado para proporcionarle todo lo que requiere para volver a casa, desarrollándose entre ambos personajes una compenetración emocional verdaderamente entrañable y original, mediante la que Kwan y Scheinert exploran las enternecedoras inseguridades de su protagonista y los azarosos entresijos de la génesis del amor, para elaborar un divertidísimo relato que sorprende por su delicadeza a pesar de lo prosaico de su premisa.

En cuanto a su factura estética, Swiss Army Man exuda todos los elementos clásicos del cine “indie” contemporáneo, apoyándose con fuerza en su banda sonora –compuesta por Andy Hull y Robert McDowell, de la banda de rock Manchester Orchestra– y en la fotografía de Larkin Seiple, quien se recrea en vistosos planos en cámara lenta y en frenéticos cortes videocliperos, que resultan por demás efectivos para potenciar el aspecto emotivo del guión.

La odisea de Dano y Radcliffe para volver a la civilización y encontrar al amor platónico de uno de ellos toma la forma de un filme modesto pero de ejecución brillante. Swiss Army Man es una de las grandes joyas independientes del 2016: una historia ordinaria de amor y amistad presentada con un vistoso envoltorio de originalidad escatológica; un recordatorio de que es posible generar un guión “original” en el rubro del entretenimiento comercial puro y duro; y la mejor interpretación de un cadáver que veremos en el 2016.

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