He comenzado a escarbar un poco el mundo de la animación japonesa y apenas empiezo a descubrir la punta de un iceberg de imaginación y talento desbordantes. Es impresionante la cantidad de películas animadas que se producen en Japón anualmente, de las cuales solo se exporta un pequeñísimo porcentaje, que a su vez resulta poco representativo de la gran cantidad de géneros que se abarcan en el mundo animado.
Satoshi Kon es un director que saltó a la fama hace cuatro años al filmar Paprika, un increíble viaje a veces surrealista, a veces poético y siempre inteligente, que se centra en un Japón futurista en el que se ha inventado un aditamento que permite grabar las imágenes que soñamos todos los días. El objetivo de este instrumento, cuyo inventor es un genio científico con la personalidad de un niño de cinco años, es tratar enfermedades psicológicas mediante el estudio visual de los sueños.
El problema comienza cuando uno de los lectores de mentes es robado y comienza a ser utilizado para implantar sueños en individuos despiertos, generándoles alucinaciones y obligándolos a cometer suicidio. Es aquí cuando entran en juego los personajes principales, un policía, una psicóloga y el genio infantil, que intentarán desentrañar la identidad del terrorista para poder detener sus atentados psíquicos.
Una vez más se aborda el tema recurrente de los sueños, que da muchísimo juego visual y permite la creación de una serie de secuencias memorables, en las que la realidad y la fantasía se mezclan para que finalmente el espectador no tenga ni idea en cual de las dos se encuentra.
El virtuosismo de los animadores japoneses queda nuevamente de manifiesto en esta cinta que deja un poco de lado la violencia característica de la animación japonesa, para plantear un misterio, que aunque por momentos resulta muy perturbador, nunca deja de ser de temática medianamente apta para toda la familia.
Finalmente tenemos la estupenda banda sonora, que se ha convertido en un aspecto recurrente de la animación japonesa moderna y que en este caso es dinámica, electrónica y extremadamente pegajosa.
El misterio de por qué estas cintas no se estrenan comercialmente en América o en Europa es inexplicable, sobre todo viendo algunas de las pésimas producciones que llegan al mercado comercial, pero en fin, si en algún momento se topan con Paprika no duden en verla y en recomendarla.