One More Time With Feeling (2016)

You fell from the sky

crash landed in a field
near the river Adur…
Jesus Alone – Nick Cave
El 14 de julio del año 2015, a las 6 de la tarde, Arthur Cave –adolescente de 15 años e hijo del extraordinario cantante y letrista de rock Nick Cave– saltó de un acantilado cerca de Brighton, Inglaterra. La caída fracturó su cráneo, le quebró ambas piernas, y le generó una hemorragia cerebral que terminaría con su vida horas después en el Royal Sussex County Hospital. El único testigo del evento fue el amigo con el que esa tarde tomó LSD por primera vez. El amigo que aterrado vio como Arthur entraba en un estado de pánico tras la ingesta del psicotrópico y desaparecía en el borde del abismo.
Apenas un año antes, los cineastas Jane Pollard e Iain Forsyth habían estrenado el extraordinario documental 20,000 Days on Earth, sobre la brillante carrera de Nick Cave and the Bad Seeds. En una de las secuencias del filme, Cave vuelve a casa tras un día de trabajo en el estudio y se sienta con sus dos hijos a comer pizza y ver Scarface (la versión de De Palma). Los tres corean, con la boca repleta de pan, queso y pepperoni, el famoso “say hello to my little friend!” de Pacino.

Parte el corazón recordar esa secuencia y ver, apenas tres años después del estreno de 20,000 Days on Earth, este nuevo esfuerzo documental, dirigido ahora por el neozelandés Andrew Dominik, mediante el que Nick Cave busca exorcizar el terrible proceso de duelo que engendró uno de los discos más densos y terribles del cantautor: el Skeleton Tree.

Mientras en el documental de Pollard y Forsyth todo era energía, frenetismo, y un desbordante gozo creativo, en One More Time With Feeling todo es una lucha constante contra el fantasma de lo que ya no es más. Cave se ve al espejo y no se reconoce. Ve el mismo físico pero algo ha cambiado radicalmente en su interior. No hay claroscuros. Todo es tan gris y renegrido como la impecable fotografía de Benoit Debie, que retrata las convulsiones psíquicas de un Cave devastado que se sabe imposibilitado para eludir el dolor, pero que al mismo tiempo se niega a explotar la muerte de su hijo como semilla creativa.

Filmado en 3D, y en blanco y negro, el documental es un ejercicio fílmico profundamente minimalista, que transcurre casi por completo en el estudio de grabación y en la casa familiar de Cave, donde el foco narrativo se desplaza con destreza de la mente de Cave a la de Susie Bick, quien en su papel de esposa y madre se alza como una conmovedora y bellísima Pietà.

La densidad narrativa del documental, que lejos de mostrar a un Cave articulado y brillante, presenta a un hombre completamente roto que en más de una ocasión se ve superado por la imposibilidad de comunicar el dolor de la pérdida, se marida de forma inmejorable con la descripción del caótico proceso creativo que dio pie al Skeleton Tree, y con la representación en vivo de algunas de las canciones más significativas del disco.

Al final lo que queda en pantalla es el bello y demoledor testimonio oral de Susie, de Cave, y de su inseparable compañero de batallas, el músico Warren Ellis. Sin embargo, el inconmensurable dolor del evento que ensombrece y da forma al filme sólo es entendible mediante la música de Cave y sus Bad Seeds.

Es por lo anterior que les pido que enciendan su sistema de sonido y pongan la primera canción del Skeleton Tree. Escuchen esa pared de sonido que se repite en loop, casi como un mantra. Escuchen la voz de Cave quebrar esa pared con los únicos versos verdaderamente explícitos sobre la muerte de Arthur. “You fell from the sky… crash landed in a field near the river Ardur… with my voice… I’m calling you“. Ahora escuchen los violines de Ellis entrar como un rayo de luz en ese pantano sonoro. ¿Lo ven?. Ahora sí entendemos absolutamente todo.

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