Monsters (2010)

El presupuesto es uno de los principales problemas para la realización de una película. Muchas veces la visión original del director tiene que verse brutalmente mutilada por la falta de dinero y las objeciones de los productores, que buscan proteger una inversión millonaria que de no recuperarse en taquilla puede significar la ruina de muchas carreras artísticas.

Todos sabemos las cifras estratosféricas que se manejan en las superproducciones hollywoodenses, e incluso los filmes independientes que aspiran a tener un mínimo éxito dificilmente bajan del medio millón de dólares. Es por esto que Gareth Edwards podría considerarse el sueño de cualquier productor, ya que con tan sólo quince mil dólares logró completar una película que ha pasado de boca en boca y que actualmente triunfa en la taquilla internacional.
La hazaña de Edwards es impresionante y el resultado digno de mostrarse en cartelera, sin embargo el problema radica en que, si olvidamos el inspirador dato de los quince mil dólares, el espejismo de una gran película se desvanece poco a poco.
Utilizando las mismas técnicas visuales que hicieron famoso a Neill Blomkamp, Edwards trata de introducir al espectador en un futuro cercano, donde la mitad superior de México ha sido declarada como “zona de infección” debido a la accidental liberación de material genético extraterrestre. El desafortunado incidente tiene como respuesta la creación de una gigantesca muralla en la frontera con los Estados Unidos, cuyo único objeto es impedir que los monstruosos alienígenas que han aparecido la crucen.
El principal conductor narrativo dentro de este mundo apocalíptico es la relación que se crea entre un fotógrafo y la hija de un millonario estadounidense, a la que debe ayudar a regresar a su país cuanto antes. El problema es que la predecible historia de amor que se desarrolla durante la hora y media de metraje, entre el típico chico-rebelde-idealista-atractivo y la típica chica-rebelde-idealista-atractiva, es tan irrelevante como carente de emoción y profundidad.
El escenario post apocalíptico que funge de fondo a las malas actuaciones protagónicas, se maneja entre esporádicas apariciones alienígenas, eso sí muy cuidadas, e interacciones con los corruptos y malintencionados mexicanos que habitan esas tierras. Todo esto aderezado con un constante y torpe intento por recalcar la “aguda” analogía entre la muralla que bloquea a los alienígenas y el muro fronterizo que actualmente pretende impedir el paso de los mexicanos.
Es evidente que Edwards es un hombre inteligente, que sabe venderse muy bien y que logró crear de la nada una película que visualmente tiene poco que pedirle a un filme correctamente producido, sin embargo la flaqueza argumental de la película es grande y por desgracia no hay suficientes monstruos para pasarla por alto.

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