No hay nada que me emocione más que ver una buena película mexicana, el sentimiento nacionalista siempre me conquista y me llena de gusto observar a alguno de estos directores del llamado “Nuevo Cine Mexicano” revitalizar una industria cinematográfica que ha visto momentos muy negros.
Por desgracia las buenas películas siguen siendo escasas y de vez en cuando nos encontramos obras que sería mejor olvidar. Tal es el caso de Los Bastardos, el más reciente filme de Amat Escalante, cineasta que trabajó junto a Carlos Reygadas en Batalla en el Cielo y que gracias a él logró realizar su exitosa ópera prima Sangre, pero que al parecer perdió la inspiración demasiado rápido.
Los Bastardos es un trabajo que pretende reflexionar sobre la descomposición de la clase media norteamericana, representada por una familia disfuncional en la que la madre es un ama de casa adicta al crack, el hijo un DJ maleducado y el padre un despiadado que contrata a dos mexicanos indocumentados para asesinar a su esposa.
Son precisamente esos dos verdugos de la decadente sociedad retratada los encargados de protagonizar este penoso esfuerzo cinematográfico, mezcla fallida de Reygadas y Haneke, que toma o roba de este último los conceptos de su conocidísima Funny Games, con la única diferencia de que esta vez los asesinos no son sádicos sino unos pobres diablos que harán lo que sea para poder ganar unos dólares extra.
Escalante disfraza el simplismo de su adaptación con la superioridad intelectual que cree conseguir gracias a los alargados planos, el ritmo lento y la utilización de actores no profesionales, que finalmente son lo más rescatable de una película carente de imaginación y profundidad, que caricaturiza los estereotipos de la sociedad que pretende analizar y construye todo en base a un clímax previsible desde cuarenta minutos antes de su ocurrencia, que sin duda impactará a muchos espectadores por su crudeza visual, pero que hará reir a Haneke al ver la pobre adaptación de sus conceptos filosóficos en este Funny Games a la mexicana.