Loong Boonmee raleuk chat (Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives) (2010)

El cine es un arte que constantemente trata de reinventarse a sí mismo, pero que pocas veces logra separarse de los cánones clásicos narrativos y estéticos que se repiten hasta la saciedad desde tiempos de Eisenstein.

Hasta este momento todavía no puedo discernir si la última película del tailandés Apichatpong Weerasethakul, ganadora de la Palme d’Or en el festival de Cannes del 2010, es en realidad un buen filme o no, sin embargo estoy convencido de que es uno de los trabajos más innovadores que he visto este año.
Uncle Boonmee es una cinta que deliberadamente ataca las convenciones cinematográficas occidentales en tiempo y forma, a tal grado que su pasividad narrativa puede convertirla en un espectáculo insoportable para aquellos espectadores malacostumbrados a los ritmos vertiginosos del cine popular, sin embargo, a aquellos que logren desterrar de sus mentes la pasión por el reloj, Apichatpong les tiene preparado un mundo extraordinario donde el hombre, la naturaleza y el misticismo de la cultura tailandesa logran coexistir en una maravillosa unidad.
La proximidad de la muerte de Boonmee, un hombre con una severa insuficiencia renal que vive de cultivar la tierra, es la causa de que las personas que formaron parte importante en su vida resuciten para cuidarlo y guiarlo al final del camino. Esta puesta en escena inicialmente nos remite al realismo mágico latinoamericano de la segunda mitad del siglo pasado, sin embargo la evolución de la trama termina por distanciarse de este movimiento, para convertirse en un poema totalmente atípico de una cultura que personalmente desconozco por completo.
Apichatpong se rehúsa a colocar un hilo argumental reconocible en donde el espectador pueda sentirse seguro y en cambio lo somete a saltos narrativos donde el título de la película es la única guía utilizable. Por fortuna todas estas intervenciones dentro de la historia del tío Boonmee poseen la cualidad de estar filmadas con un impactante preciosismo, un palpable amor por los detalles más minúsculos y un deseo de agotar todos los recursos visuales disponibles, situación que le permite al fotógrafo estrella de Apichatpong, Sayombhu Mukdeeprom, utilizar una gran variedad de filtros y hasta darse el lujo de usar una bellísima secuencia de imágenes fijas para aderezar la historia.
Las actuaciones, que corren a cargo de actores no profesionales en su mayoría, tienen algunos fallos que se compensan con la naturalidad innata de muchos ellos, resaltando sobre todo la de Thanapat Saisaymar, quien con su fino hilo de voz da vida al enternecedor y profundamente complejo personaje protagónico.
Que el argumento sea confuso y en ciertos puntos inexorable no quiere decir que Uncle Boonmee sea una cinta meramente visual, ya que está cargada con un potente mensaje anti bélico y con un gusto por exponer la posibilidad de una convivencia armónica entre los avances tecnológicos y las profundas raíces culturales de una nación, cosa que me pareció absolutamente extraordinaria.
¿Por qué entonces dudaba de la calidad de Uncle Boonme al inicio de esta reseña? Pues porque evidentemente no había reflexionado lo suficiente acerca de ella. Ahora que termino de escribir esto no sólo me convenzo del valor de la cinta, sino que me he emocionado tanto recordando algunas secuencias que quiero volver a verla ya.

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