Mucho se ha discutido la inclusión de las películas animadas dentro de los galardones a mejor filme del año, debido a su cada vez más evidente incremento de calidad y al hecho de que se dedican a ahondar cada vez menos en temas triviales, desarrollando historias que a pesar de su orientación infantil pueden resultar de una extraordinaria profundidad.
Después de ver L’illusionniste, me queda completamente claro que el impedimento que se ha impuesto para las cintas de animación, de no competir por los galardones principales, debe ser eliminado y yendo aún más lejos me atrevo a decir que este filme es equiparable a las mejores películas del año y supera tanto en calidad como en contenido a su competidora directa en la categoría de animación, Toy Story 3.
Dirigida por Sylvian Chomet, el gurú de la animación en 2D que estrenó en el año 2003 la maravillosa Les triplettes de Belleville, L’illusionniste es una extraordinaria obra de arte que lleva el 2D a niveles que, en mi limitada experiencia, jamás había visto, presentando un nivel de detalle asombroso y una sutileza exquisita que hace imposible no enamorarse de cada una de las secuencias.
La película está basada en un guión que el célebre director francés Jacques Tati escribió en 1956, como una especie de disculpa a la mayor de sus hijas a la que abandonó cuando apenas era una bebé. Es por esto que la historia, que narra la relación entre un mago modelado a la imagen de Tati y una joven escocesa a la que acoge como si fuera su propia hija, está llena de un impactante dramatismo filial.
Por si fuera poco, el guión además de jugar con la complejidad de las relaciones familiares, introduce una enorme cantidad de personajes ligados al mundo del espectáculo tradicional, como payasos, ventrílocuos, acróbatas, etc., cuyas historias se resuelven en segundo plano pero de forma magistral, haciendo una fantástica reflexión sobre la pérdida de la capacidad de asombro impuesta por la tecnología y el avance sociocultural, que termina siendo absolutamente desoladora.
Fiel a la estética de los filmes de Tati, L’illusionniste abandona el estilo narrativo de la animación clásica, en el que la cámara se mueve frenéticamente detrás de los personajes, para posicionar la toma directamente a la altura del ojo del espectador y utilizando siempre tomas abiertas con un tremendo número de capas de acción, lo que genera un efecto absolutamente impactante en donde, independientemente del primer plano, hay una asombrosa cantidad de cosas sucediendo a la vez.
La banda sonora de la cinta, que corre a cargo del músico Malcolm Ross, le hace honor a la década de los cincuentas, en la que supuestamente está ambientada la película, creando una serie de piezas que van de lo más alegre a lo más trágico en perfecta armonía.
L’illusionniste definitivamente no es un filme dirigido a niños, que probablemente se aburran por el ritmo pausado que conlleva la historia y por la casi total ausencia de diálogos, sin embargo la asombrosa capacidad de Chomet para desarrollar el sinfín de historias representadas y abarcar con éxito la totalidad de los temas que presenta en la cinta, es memorable y digna de una serie de reconocimientos que desgraciadamente no recibió. Si por azares del destino encuentran esta película en la cartelera no duden ni un segundo ya que es absolutamente imprescindible.