Kubo and the Two Strings (2016)

En este mundo del clic fácil y el video viral, la capacidad del ser humano para concentrarse en una actividad por más de cinco minutos se ha visto profundamente mermada. ¿Quién quiere leer un periódico cuando puede ver un GIF de 15 segundos que le “informa” lo que ha pasado ese día en el mundo? ¿Quién quiere someterse al introspectivo proceso de leer un libro frente al maremagnum interminable de series que ofrecen plataformas como NETFLIX, las cuales pueden verse mientras el espectador tuitea, whatsappea o checa su Facebook/Instagram mientras come su cena? ¿Quién está dispuesto a dedicarle años a un proyecto fílmico que involucra paciencia, investigación y talento, cuando la fórmula para cosechar dinero es generar estudios que desde el frenetismo productivo estrenen una película de superhéroes cada dos meses? ¿A quién le importa la historia de un filme de entretenimiento cuando lo que la mayoría del público busca es extraviar la mente en conciertos de explosiones y efectos especiales? Es por todas esas preguntas que resulta encomiable el trabajo que el estudio de animación Laika ha realizado desde su fundación en el año 2005.

Apenas cuatro filmes han salido de los cuarteles de Laika en sus once años de vida –cada uno de ellos compuesto desde la arcaica y entrañable técnica de la animación cuadro por cuadro– sin embargo, la gran diferencia que Laika pone de manifiesto frente a la metodología típica de los filmes de entretenimiento contemporáneos, es que el trabajo que el estudio invierte en el departamento visual de las cintas resulta equiparable al trabajo invertido en el desarrollo de la historia, situación que en el mundo del blockbuster hollywoodense es, por decir lo menos, atípica.

No hace falta mas que ver la secuencia inaugural de Kubo and the Two Strings para percatarnos de que estamos ante algo completamente fuera de serie: una mujer navega en medio de una tempestad sobre una barca; en sus manos un shamisen (instrumento de cuerda japonés del siglo XVI) y un pequeño bulto. El naufragio inminente termina con la mujer, el instrumento y el bulto en una playa de arena que se antoja gris por la ausencia de luz. La madre despierta de su desmayo y corre hacia el bulto que en su interior guarda a un bebé cuyo ojo ha sido cruelmente arrancado. A lo lejos una voz infantil reza “if you must blink, do it now“.

La belleza de esa secuencia inicial es apenas una pequeña probada de lo que el director Travis Knight tiene preparado para ambientar la historia de Kubo: un niño tuerto que trabaja en un remoto pueblo contando cuentos con la ayuda de figuras de origami, el cual deberá descubrir la historia detrás de su amnésica madre y las relaciones familiares que lo unen a un valiente guerrero.

Knight construye una delicadísima pieza de cine cuyo centro es la inquebrantabilidad de los lazos familiares y su relación con la memoria, partiendo de la mitología espiritual que emerge del infinito respeto que los japoneses le profesan a sus ancestros. Todo ello sin perder por un segundo el dinamismo de una vertiginosa película de acción –la advertencia “if you must blink, do it now” no es en vano– que utiliza las técnicas de animación cuadro por cuadro con una fluidez, una complejidad, y un sentido de “lo bello”, verdaderamente abrumadores.

Un reparto estelar de voces protagonizado por Art Parkinson, Charlize Theron, Ralph Fiennes, Rooney Mara, George Takei y el hillbilly favorito de todos: Matthew McConaughey, funciona como un atractivo más de este filme cuyo genuino acercamiento a la cultura japonesa casi nos hace desear que ese fuera el idioma en el que estuviera narrado.

La impecable banda sonora de Dario Marianelli, enfocada en instrumentos de cuerda japoneses con arreglos orquestales, funciona como el perfecto acompañamiento de la fotografía de Frank Passingham, que se construye en torno a una miríada de secuencias de gran belleza –vean la caminata por la nieve con los pájaros de origami, los cuentos que Kubo relata a su audiencia pueblerina, o el intenso enfrentamiento inicial de la madre de Kubo con las gemelas oscuras–.

Impecable, potente y brillante, Kubo and the Two Strings debe hacer presencia en todas y cada una de las listas de lo mejor del 2016 en cine.

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