Después de haber dirigido un filme sobre la banda islandesa Sigur Rós, que será recordado como uno de los mejores documentales de la historia, Dean DeBlois regresa a la pantalla grande junto a su inseparable Chris Sanders, con el que codirigió el éxito de Disney Lilo & Stitch, para presentar una película producida por los disidentes de Disney, los cada vez más exitosos Dreamworks.
Nominada al Oscar a mejor cinta de animación, How to Train Your Dragon fue sin duda una digna competidora de la ganadora Toy Story 3 y de la ignorada pero soberbia The Illusionist, cintas que colocan a la animación como uno de los géneros fílmicos contemporáneos más sobresalientes.
Ubicada en una mítica tierra colonizada por los vikingos, el filme relata la lucha de un pequeño pueblo que se ve asolado constantemente por una plaga de dragones, a los que han declarado la guerra y contra los que se defienden en cruentas batallas para evitar el robo de su ganado.
La historia de la cinta nos lleva a lugares comunes y plantea una serie de personajes que hemos visto en repetidas ocasiones, sin embargo el previsible desarrollo de la película se convierte en una experiencia entrañable, gracias al correcto manejo de situaciones y a la utilización de esos desarrollos sentimentales, que aunque veamos cientos de veces nos seguirán causando un cierto placer emocional.
El casi siempre simplón Jay Baruchel presta su voz al personaje principal de How to Train Your Dragon, un joven que no tiene las capacidades físicas para ser un despiadado vikingo, pero que al mismo tiempo busca desesperadamente la aprobación de su padre, quien es también el temido jefe de la tribu (Gerard Butler). El temor y el odio que sienten los vikingos por las míticas criaturas voladoras, se pone en tela de duda cuando el pequeño protagonista entabla una profunda amistad con un temible dragón herido en uno de los combates. Es este hecho el que motiva el conflicto principal de la cinta y que pone a prueba el amor entre padre e hijo y la supervivencia del pueblo.
Divertida, directa y sin pretenciones, How to Train Your Dragon es una buena película, cuyo rango de disfrute alcanza todas las edades, que maravilla con sus avanzadas técnicas visuales y que dentro de su evidente simplicidad satisface completamente el objetivo para el que fue filmada.