Durante los años ochenta, Nueva York consolidó su estatus de epicentro del arte de vanguardia y de capital mundial de lo cool. Por las calles de Manhattan se paseaban Warhol, Basquiat, Haring, Nomi y muchos otros creadores de salvajes capacidades artísticas, cuyo único y obsesivo deseo era destrozar por completo los convencionalismos de la creación artística.
Fueron precisamente esos maestros los que impregnaron a la juventud con la obsesión por la innovación, que al mezclarse con la concepción del arte como un todo que engloba a sus 7 ramas de forma indivisible, les permitió a los más aventurados jugar con una gran variedad de disciplinas que muchas veces no dominaban, pero cuyo acercamiento completamente ignorante y entusiasta les permitió llevarlas a fronteras nunca antes vistas.
Es dentro de esta vorágine creativa que surgen Nick Zedd y Richard Kern, dos artistas que acuñarían el término Cinema of Transgression para describir a una serie de filmes de su autoría, que buscaban jugar con la tolerancia del espectador sometiéndolo a experiencias audiovisuales de bajísimo presupuesto y altísima crueldad.
Fingered es la obra magna de Richard Kern, un cortometraje de media hora fuertemente influenciado por la estética punk y por los padres del cine trash de la década de los setenta, en especial por las primeras obras de John Waters, con la gran diferencia de que Kern deja de lado el omnipresente humor del creador de Pink Flamingos y somete al espectador a un viaje absolutamente abyecto en el que no tendrá un solo segundo de tranquilidad.
Con ayuda de la estrella del No Wave ochentero, Lydia Lunch, quien ayudó a escribir el guión de Fingered y a encarnar a la prostituta ninfómana que hará mucho más que cumplir las expectativas del título del filme, Kern logra crear una historia sencilla, absurda e increíblemente perversa, diseñada únicamente para satisfacer, como se establece en la advertencia con la que da inicio la cinta, a una “minoría sexual”.
La historia, en la que Lydia Lunch conocerá a un sádico cliente que la conducirá a través de un perverso viaje perfectamente diseñado para ofender a la inmensa mayoría de los espectadores, está plagada de misoginia, violaciones, violencia descarnada y un sinnúmero de fantasías enfermizas que sorprendentemente generan un resultado extraordinario.
No he visto nunca un filme más punk que Fingered, cuya paupérrima propuesta visual irónicamente produce una experiencia visceral absolutamente memorable, que combinada con la intensa actuación de Lydia Lunch, quien es verdaderamente violada de forma extremadamente gráfica a lo largo de toda la cinta, moldea una pieza de cine experimental que veinte años después sigue causando estragos aún en los ojos más insensibles.