La obra de Henry Charles Bukowski, sin duda uno de mis escritores favoritos, es sumamente difícil de llevar a la pantalla grande. Esto debido a que la carga poética de su obra es abrumadora y muchas veces al adaptarse a imágenes, lo que se proyecta es simplemente el hilo conductor banal de una historia que no refleja la enorme profundidad de los escritos que le dan forma.
Factotum es la segunda adaptación fílmica trascendente de una obra de Bukowski, siendo su predecesora la muy bien lograda Barfly, que nos presentaba a un excelente Bukowski interpretado por Mickey Rourke, apoyado siempre en la gran dirección de Barbet Schroeder y en el asesoramiento del propio Bukowski.
En esta ocasión Bukowski ya está cinco metros bajo tierra y la dirección de Bent Hamer resulta mucho menos acertada que la de Schroeder. Cometiendo el error principal al elegir a Matt Dillon como el mítico Henry Chinaski (álter ego de Bukowski), lo que le da un completo tono de falsedad al drama de este escritor alcohólico, que va de un trabajo a otro para sobrevivir y que aunque lo niegue sueña con la fama que le dará el ser algún día publicado.
El segundo error crucial es el que mencionaba al inicio de este escrito y consiste en adaptar una novela completa de Bukowski de forma totalmente superficial y además mezclándola con extractos de otros cuentos, lo que genera como resultado una serie de viñetas que dejan por completo de lado la dramática prosa poética de este autor, para quedarnos con una serie de anécdotas chuscas acerca de un perdedor que es incapaz de conservar un trabajo fijo.
Sin embargo tampoco sería justo decir que todo en Factotum es deficiente. Dentro de este caos fílmico aparece la magnífica actuación de Lili Taylor como la amante alcohólica de Chinaski, que por momentos refleja de forma totalmente auténtica el sentimiento de los personajes Bukowskianos y levanta muchísimo la calidad del filme.
En fin, si son fanáticos de la prosa de Bukowski mejor lean Factotum y si no lo son, Factotum (el filme) les proporcionará algunas risas, algunos momentos de tensión dramática, pero nada más.