Cuando hablamos de Rumania lo último que nos vendría a la cabeza sería su industria cinematográfica, sin embargo en los últimos años se ha conformado un movimiento muy interesante que pretende poner en el mapa fílmico a este emergente país.
Este año se estrenó con relativo éxito crítico, aunque no monetario, la cinta If I want to whistle, I whistle, que con su estilo simplista conquistó al público del festival de Berlín, situación que la hizo merecedora del codiciado oso de plata y de una proyección mucho mayor a nivel mundial.
El primer largometraje de Florin Serban cuenta la historia de un joven que, cumplidos los dieciocho años, está a punto de cumplir su condena en un centro correccional rumano. El problema es que días antes de ser liberado se entera de que su madre, una prostituta que arruinó su vida y lo obligó a vivir en la indigencia, a vuelto para llevarse a su hermano pequeño a Italia justo antes de su liberación, situación que pondrá al protagonista contra la pared y convertirá esos ocho días de espera en un auténtico infierno.
El relato, cuidadosamente planteado en un crescendo emocional pausado pero de gran fuerza, a pesar de sustentarse en una historia ordinaria tiene grandes cualidades, sobre todo en el aspecto actoral, donde un desconocido George Pistereanu regala una excelente interpretación en la que con cada silencio y cada gesto logra transmitir un colosal torrente de emociones, en parte gracias a la buena dirección de Serban y a la buena química que surge con la heroína, interpretada por la también anónima Ada Condeescu.
El gran problema de la cinta es precisamente que la historia es demasiado sencilla y aunque hay filmes extraordinarios en los que no pasa absolutamente nada, este no es el caso, con lo que probablemente muchos terminen aburridos y ligeramente decepcionados, ya que los grandes momentos de actuación se intercalan con secuencias en las que se presentan personajes y situaciones, que finalmente no se desarrollan en la historia y terminan siendo completamente intrascendentes. Aún con todo esto, la película puede verse y resulta interesante para contextualizar el estado de la industria cinematográfica rumana.