A reserva de hablar en otro texto, con mayor profundidad, sobre el fenómeno del neo narcocine en México, los datos duros hacen evidente el hecho de que actualmente existe una explosión cultural extremadamente intensa asociada al fenómeno narco, ubicado al sur de los Estados Unidos y en casi todo el territorio mexicano. Manifestaciones culturales que se exhiben principalmente a través de la vestimenta, la música y el cine, representándose este último mediante la injustamente denostada figura del videohome: cintas filmadas en formato digital, cuyos costos oscilan entre los 40,000 y 50,000 dólares, y que se distribuyen con muchísimo éxito, ya sea en los mercados informales de México o en las tiendas departamentales del sur de Estados Unidos.
Estupendamente filmada, considerando sus limitaciones presupuestales, El Chrysler 300 es un ejemplo inmejorable para validar la frase “ingenio mata presupuesto”, ya que el director Enrique Murillo consigue elaborar juegos de cámara perfectamente ejecutados, que adaptan de forma ingeniosa el estilo de directores como Guy Ritchie o Tarantino, sin caer en el tan esperable ridículo.
En cuestiones actorales el filme es extraordinario, ya que la dupla protagónica de Óscar López y John Solís, que convence prácticamente en todas las secuencias de la cinta, está aderezada por la correcta interpretación de la voluptuosa Claudia Casas, como la hija del narco antagonista de Chuy y Mauricio, y por el legendario Jorge Luke, quien se lleva por completo la película en un ejercicio de maldad y humor improvisado digno de enmarcarse.
A veces western, a veces cine noir, a veces comedia y a veces trepidante cinta de acción, El Chrysler 300 sigue siendo hasta hoy el más grande éxito comercial de la industria del videohome, y un referente obligado del llamado neo narcocine mexicano, industria que crece a pasos agigantados y que, como podrán comprobar, consigue superar en calidad narrativa y contenido a muchos de los exponentes del cine mexicano comercial contemporáneo que, a diferencia del humilde videohome, sigue siendo incapaz, hasta hoy, de entender a su público.