Las minusvalías físicas han sido un elemento de goce recurrente en el cine de terror. No hace falta mas que recordar a Franklin, el chico paralítico de The Texas Chain Saw Massacre, o al personaje de Will en la tercera parte de A Nightmare on Elm Street, o a su homólogo Mark en la segunda parte de Friday the 13th. Hay un placer malsano e innegable en colocar a un personaje minusválido dentro de una cinta de horror y ver cómo un psicópata enloquecido le incrusta un machete en la cabeza.
¿Pero qué pasaría si la minusvalía no fuera un elemento que jugara en detrimento de la supervivencia, sino –por extraño que parezca– una ventaja sobre aquellos que tienen todas sus facultades intactas? Esa es la premisa de Don’t Breathe, segundo largometraje del uruguayo Fede Alvarez, quien saltó a la fama tras el viral recibimiento de su cortometraje Ataque de pánico, el cual terminó por conseguirle un contrato para dirigir el remake de la célebre cinta de horror Evil Dead, y le permitió conocer a Sam Raimi, quien ahora funge como productor de esta nueva incursión fílmica.
Un grupo de amigos deciden asaltar la casa de un veterano de guerra que recibió una gran cantidad de dinero tras perder a su única hija en un accidente de tránsito. El lugar del atraco se encuentra inserto en un barrio abandonado de la ciudad de Detroit, y el guardián del dinero es un hombre mayor que perdió la vista en el campo de batalla. Todo apunta a que será un trabajo rápido y sencillo. Nada más lejos de la verdad.
La innegable simplicidad de la trama y el minimalismo de su puesta en escena contrastan con las ambiciones de Alvarez, que valiéndose del controlado ambiente del interior de una casa consigue crear un infierno bastante potente. La ceguera del veterano de guerra, que conforme avanza el metraje se convierte en uno de los monstruos más delirantes y violentos del año, pasa de minusvalía a arma en una trama que se construye en torno a un giro argumental profundamente perverso que, a pesar de autocensurarse por momentos, se resuelve con inteligencia y habilidad narrativa.
Filme que tiene mucho en común con las atmósferas logradas en cintas como Frontieres o Green Room, en parte gracias al estupendo tratamiento fotográfico del también uruguayo Pedro Luque, Don’t Breathe es una prueba de que Alvarez tiene un futuro muy prometedor en el cine de horror; una pequeña joya que a pesar de la unidimensionalidad de sus personajes protagónicos consigue construir a un monstruo verdaderamente aterrador. There is nothing a man cannot do once he accepts the fact that there is no god, reza la bestia en el momento climático del filme. Luego vienen los gritos, la desesperación, y el horror de comprobar que lo que dice no es nada mas que la verdad.