Crazy, Stupid, Love (2011)

Siempre he imaginado como una tarea extremadamente difícil construir una comedia romántica medianamente interesante en Hollywood, comenzando por el hecho indiscutible de que una película con tales características de trama y origen está pensada casi exclusivamente para recaudar la mayor cantidad de dinero posible. El target audience resulta entonces orientado, de forma inevitable, a hombres especialmente sensibles ante el amor y mujeres que buscan pasar un buen domingo, acompañadas por hombres no tan sensibles, viendo la misma fantasía de amor que les han inculcado los estándares occidentales durante toda su vida.

Es por lo anterior que siempre que me enfrento a una comedia romántica no puedo evitar hacerlo con recelo, imaginando un desagradable encuentro de hora y media en un cuarto oscuro, escuchando suspiros y risotadas fáciles.

Como todo en esta vida, incluso los dogmas más arraigados pueden destruirse en un abrir y cerrar de ojos si se miran desde otro punto de vista, situación que se hace evidente en la nueva cinta del dúo de directores responsable de la celebrada I Love You Phillip Morris, Glenn Ficarra y John Requa, que en un despliegue de inteligencia consiguen complacer tanto a aquellos que buscan la comedia romántica sencilla, como a los que desean ver ese desarrollo medianamente interesante.

Crazy, Stupid, Love comienza su camino triunfal a partir del impecable dúo protagónico compuesto por el muchas veces brillante Steve Carrel, siempre capaz de generar sonrisas a pesar de las carencias de los guiones en los que suele participar y por Ryan Gosling, que ha visto en 2011 el año más importante de su carrera al interpretar al nuevo rey del cool en Drive. La desigual pareja se une gracias a la pericia del guionista Dan Fogelman que narra la historia de un hombre sencillo que, sumido en una gran depresión producto del engaño de su mujer y de su posterior separación, conoce a un seductor profesional que tratará de ayudarlo a superar sus problemas de autoestima. Ya se imaginarán quién interpreta a quién.

El hilarante proceso de cambio que sufre el protagonista es potenciado por un cúmulo de excelentes personajes, como la también insegura esposa (Julian Moore), su amante (Kevin Bacon), una hipersexualizada maestra de primaria (Marisa Tomei), la “inocente” hija de la extinta familia (Emma Stone) que quiere desposar a un abogado simplón y el hijo puberto que dedica sus poluciones nocturnas a su niñera.

La inteligencia de Crazy Stupid Love radica precisamente en que ese grupo de personajes no sólo están ahí para generar secuencias de humor simplón (que también las generan), sino que sus caminos y acciones se hilan de forma verdaderamente imperceptible, entre escenas cómicas y emotivas, para generar un meticuloso entramado de relaciones que termina por asombrar y sorprender completamente al espectador. Todo lo anterior se consigue sin eliminar ni una pizca de las dosis de romanticismo necesarias para hacer una comedia romántica clásica, pero transformando las vomitivas secuencias acarameladas y melosas en momentos verdaderamente sexys o genuinamente tiernos, que al adornarse con música de The Flaming Lips o Goldfrapp generan una combinación ganadora.

Crazy Stupid Love es una de las sorpresas más agradables que he recibido este año. No ganará nada en la temporada de premios y en veinte años nadie la recordará, pero me hizo reír como hacía mucho no lo hacía y no puedo pedir más.

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