En Argentina 8,000 personas mueren anualmente en accidentes de tráfico, sosteniéndose gracias a esto una industria que se basa en el aprovechamiento de la desgracia humana. Esta es la premisa de Carancho, el sexto filme del argentino Pablo Trapero y que con toda seguridad será uno de los mejores thrillers del año.
Ritmo, esa es la clave de esta nueva incursión del cine argentino en la cartelera internacional, una vez más de la mano de Ricardo Darín, a quien vimos el año pasado en la también sobresaliente El Secreto de sus Ojos y que aparentemente está viviendo su época dorada.
Sin permitirle un respiro al espectador, la cinta lo sumerge de inmediato en el mundo de los paramédicos de Buenos Aires, hombres y mujeres que construyen sus vidas alrededor de un trabajo esclavizante, en el que se rinden turnos de más de 24 horas y en el que se vuelve imposible no cruzar la línea entre lo moralmente ético y lo reprobable.
En esta ocasión Ricardo Darín interpreta a un abogado que, desde que perdió su licencia, se dedica a trabajar como carancho, una especie de abogado oportunista que actúa como ave de rapiña en los hospitales y en las zonas de accidente, buscando víctimas para representar frente a las compañías aseguradoras. El negocio no se fundamenta únicamente en la representación legal de los accidentados, sino en engañarlos para conseguir mejores compensaciones o incluso coordinar a gente que está dispuesta a dejarse atropellar para obtener algún tipo de retribución económica.
Al mismo tiempo que se introduce el reprochable modus vivendi del protagonista, se desarrolla una relación amorosa entre Darín y una paramédica, intepretada también de forma sobresaliente por Martina Gusman, que ignorante del trabajo de su pareja, irá poco a poco cayendo en una espiral sin salida cuando un evento inesperado complique la historia.
El guión de Alejandro Fadel y la excelente dirección de Trapero se combinan para crear un filme verdaderamente emocionante que, conforme transcurre, cierra cada vez más la puerta de la esperanza a sus personajes, retratando un mundo plagado de seres viles, a los que la vida humana les parece un mero producto y que ya sea en sus oficinas o en sus hospitales insalubres, se alimentan de desgracia, muerte y accidentes.