Camille Claudel 1915 (2013)

En una de las secuencias de Camille Claudel 1915, séptimo filme del siempre intenso y provocador director francés Bruno Dumont, el poeta Paul Claudel, hermano menor de la escultora Camille Claudel y responsable de que ésta haya pasado más de la mitad de su vida recluída injustamente en un manicomio, le explica a un médico, desde su visión profundamente influenciada por el cristianismo, la naturaleza del arte como catalizador de la locura.

Es el tema de la locura asociada a la genialidad, que ha motivado incontables análisis tanto literarios como fílmicos, y que ha probado ser un fenómeno hasta cierto punto recurrente dentro de la creación artística, el centro del ejercicio cinematográfico que Bruno Dumont exhibe en Camille Claudel 1915, un relato cuya puesta en escena se enmarca en ese minimalismo al que muchas veces ha recurrido el director francés a lo largo de su carrera, pero que deja de lado el asalto a los sentidos y a la moral que exhibía profusamente en sus anteriores trabajos, para crear una experiencia que, a pesar de estar regida por un hecho de gran crueldad, se plasma a través de una delicadeza abrumadora.
Estructurada tácitamente en tres actos de media hora, el filme funciona como un testimonio de la rutina a la que la escultora francesa Camille Claudel se sometía diariamente dentro del manicomio donde, a petición de su hermano, el poeta y diplomático Paul Claudel, fue internada contra su voluntad después de sufrir un episodio de supuesta esquizofrenia en el que destruyó gran parte de su obra.
Amante del célebre escultor Auguste Rodin, quien había fungido como su mentor y que mantuvo con ella una tormentosa relación bajo la promesa de un divorcio que nunca llegaría, Camille consiguió cierto renombre gracias a su palpable talento. Sin embargo, después de sufrir un aborto y de romper definitivamente con Rodin, la artista se enclaustra en su estudio, desarrollando una intensa paranoia que terminó con el episodio destructivo catalizador de la reclusión de la artista en un sanatorio mental.
El filme retrata los días previos a una de las visitas que regularmente Paul Claudel le hacía a su hermana, planteando de manera dramática la vida de una mujer herida psicológicamente, pero infinitamente más sana que el resto de los pacientes de un lugar especializado en tratar retrasos mentales profundísimos, que poco o nada tienen que ver con los desórdenes padecidos por la escultora.
Camille Claudel 1915 es un espectáculo emocional sostenido en un sólo pilar: la tremebunda actuación de Juliette Binoche que, mediante una cátedra de todas las gamas histriónicas posibles, da vida a una mujer atrapada física e intelectualmente en un lugar que, a pesar de no infringirle abuso alguno y de tratarla con la mayor dignidad posible, la mantiene en una permanente castración intelectual que la convierte en una auténtica miserable.
Incluso las aspiraciones de Dumont como director parecieran quedar relegadas de forma consciente a un segundo plano, enfatizando la necesidad de entender la situación emocional de la protagonista con el menor uso posible de artificios narrativos y ubicando al público en escenarios parquísimos donde las composiciones visuales del fotógrafo Guillaume Deffontaines, lejos de buscar atención o intentar provocar un sentimiento de belleza en el público, tienen como única función la de potenciar y facilitar la transmisión emocional del único foco de la cinta: Binoche.
Posiblemente el filme más modesto de Dumont, pero al mismo tiempo uno de sus más estimulantes, Camille Claudel 1915 es un viaje, a veces terrorífico, a veces patético y siempre desesperanzador, hacia los matices de la locura, esa palabra que queda muchas veces indefinida y que casi siempre se pierde en una gama de claroscuros donde todos estamos contenidos.

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