Expectantes ante el paso del tiempo y ocultos en sus siluetas de roca de más de cuarenta metros de altura, permanecieron durante mil quinientos años los dos Budas monumentales del valle de Bāmiyān, región ubicada en el corazón del actual Afganistán. Los dos colosos de piedra sobrevivieron la conquista islámica de Mahmud de Ġaznī en el siglo XII y pelearon impertérritos contra los contados intentos de vandalismo y destrucción ejecutados por los islamistas más radicales, hasta que en el año 2001, esos majestuosos exponentes del arte greco-budista, símbolo del diálogo y entendimiento entre oriente y occidente, sucumbieron ante la dinamita y los tanques de los talibanes.
El atentado cultural que los islamistas radicales ejecutaron con presteza, fue un manifiesto directo contra la posibilidad del diálogo multicultural representado por los enormes budas de roca, así como un corte definitivo a las ligas que existían entre el pueblo afgano y la cultura occidental. Es esa brutal acción, que en sí misma está plagada de un sinnúmero de interpretaciones y simbolismos culturales, la que funciona como el trasfondo perfecto para la ópera prima de Hana Makhmalbaf, precoz cineasta iraní e hija del reconocido director Mohsen Makhmalbaf (Kandahar), quien estrenó Buda as sharm foru rikht con apenas dieciocho años de edad.
Inicialmente la cinta se palpa como el trabajo de un primerizo al estar filmada en un formato digital simplón sin mayor postproceso visual, sin embargo, poco a poco la directora comienza a hilar una emotiva y delicada trama, que no sólo cuenta con el problema de estar filmada en un país como Afganistán (una especie de microcosmos medieval insertado por alguna cruel casualidad en el siglo XXI), sino que además todos los brillantes actores del filme ni siquiera llegan a los diez años de edad. Es por esto que lo que comienza como una película amateur se transforma rápidamente en una asombrosa exhibición de talento que se desborda en la pantalla.
Buda as sharm foru rikht narra la historia de una pequeña niña afgana que, deseosa de ir a la escuela como su mejor amigo, se enfrenta a una serie de aventuras para comprar un cuaderno y asistir al que será su primer día de clases en una villa, ubicada justo en el lugar donde otrora se encontraban los impactantes budas de piedra. El guión escrito por Marzieh Makhmalbaf, madre de la joven directora, que a primera vista se lee como una historia infantil, está cargado de una fortísima pero lúcida crítica social, que arremete contra los dogmas educativos y la predisposición cultural que éstos generan en la población, desenterrando esa concepción milenaria evidente, pero relegada siempre a segundo plano, que indica que la educación es el primer motor de cualquier desarrollo social.
Innato es el talento de la pequeña Nikbakht Noruz, infantil protagonista de la historia, quien con su natural carisma y su intensa expresividad consigue dar un fantástico tour de force, situación completamente atípica en alguien tan joven, encarnando a una niña de menos de 8 años capaz de negociar, vender y pelear de cualquier forma para conseguir su cuaderno y sentarse en el tan preciado pupitre.
Las evidentes limitaciones presupuestarias de Buda as sharm foru rikht curiosamente terminan jugando a su favor gracias a la simplicidad de los medios de filmación utilizados, los cuales permitieron a la directora y a su fotógrafo, Ostad Ali, pasar desapercibidos entre la multitud afgana y captar secuencias de un realismo maravilloso que de otra forma habrían sido imposibles de conseguir. De esta manera se consigue el enorme acierto de plantear una fotografía que comienza siendo extremadamente parca pero que se vuelve intensamente preciosista al final de la cinta.
Buda as sharm foru rikht es un filme que consigue exponer el complejo conflicto cultural de los países fundamentalistas islámicos, analizando su sistema educativo a través de los ojos de un numeroso elenco infantil y con la capacidad de mezclar de forma imperceptible y sutil brillantes elementos de comedia con salvajes secuencias dramáticas, las cuales contextualizan de forma inmejorable una realidad completamente ajena a los cánones occidentales y que a pesar de todo quizá nunca logremos comprender.