Bram Stoker’s Dracula (1992)

Francis Ford Coppola, la vaca sagrada de Hollywood, capaz de hacer las más maravillosas y las más nefastas películas, decidió producir y dirigir una nueva adaptación de la célebre novela de Bram Stoker, en 1992.

Mucho valor se requería para hacer otra versión de una historia que se ha repetido ya hasta el cansancio, pero armado con bastantes millones de dólares y mucho arrojo, Coppola se propuso hacer la mejor versión de Dracula jamás hecha, y aunque no lo lograría, el resultado fue sobresaliente.

Cuando la película inicia con ese brutal prólogo que relata la historia de Vlad el empalador de forma tan increíblemente bella e impactante, pensé que en verdad Coppola cumpliría su cometido y nos regalaría un filme de la categoría de Apocalypse Now. El problema es que conforme avanza la cinta, la increíble y abrumadora propuesta visual y sonora de Coppola, se ve disminuída por el desigual reparto de actores que terminan por alienar al espectador y trivializar la historia.

Mala es, desde mi punto de vista, la elección de Keanu Reeves y Winona Ryder como los protagonistas humanos del filme, contrastantes sobre todo con la excelsa interpretación de Gary Oldman en el papel del Conde, inicialmente un viejo tétrico cuya sombra danza de forma independiente por el castillo y posteriormente un caballero atormentado cruelmente por el casi imposible reencuentro con su gran amor.

Por desgracia las actuaciones de Reeves y Ryder me pesan mucho a lo largo de toda la cinta, sin embargo, dejándolos un poco de lado, es francamente impresionante ver el manejo visual de la película, donde los escenarios son tan siniestros como las caracterizaciones de personajes tales como Renfield, al que interpreta un maravillosamente desquiciado Tom Waits o las hipersensuales esclavas de Dracula entre las que se encuentra una joven Monica Bellucci.

El soundtrack, compuesto por el veteranísimo Wojciech Kilar es también absolutamente impresionante, brutal, fuerte, directo y elegante, ayudando a cada una de las secuencias a obtener un nivel de dramatismo que de otra forma nunca habrían conseguido.

Con un nivel que va decreciendo conforme avanza la trama, Bram Stoker’s Dracula es una gran adaptación de la novela original, que inmersa en una insuperable ambientación, revitaliza con éxito esa historia que tantas veces hemos escuchado.

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