Balada Triste de Trompeta (2010)

La guerra civil que sufrió España en los años treinta es un tópico que sigue a flor de piel en muchas de las manifestaciones artísticas de dicho país y que ha experimentado un nuevo auge cinematográfico en la última década. Sin embargo, las bajas pasiones que despierta la lucha que definió a la España moderna, usualmente desembocan en la representación de relatos poco equilibrados que radicalizan las posturas sobre el conflicto y abandonan cualquier intento de objetividad narrativa.

Penoso es el resultado de Balada triste de trompeta, el nuevo filme del afamado director español Álex de la Iglesia, quien a pesar de su tremenda experiencia en la industria cinematográfica se las ingenió para crear una cinta a la que es casi imposible hacerle un solo halago.

El filme pretende funcionar como una gran metáfora, que encarna los conflictos de la España de la posguerra en un ménage à troi compuesto por dos payasos y una atractiva acróbata, la cual tendrá que escoger entre el alcohólico payaso estrella del circo, con el que mantiene una relación extremadamente destructiva, y el payaso triste con el que se siente segura pero hacia el que no siente ningún tipo de atracción sexual.

Poco puede hacer el experimentado elenco de Balada triste de trompeta, que reúne a buenos actores como Santiago Segura o Antonio de la Torre, responsables ambos de los dos momentos medianamente rescatables de la cinta, con los exageradamente forzados y anti naturales diálogos que Álex de la Iglesia plasma en un guión que adolece de un evidente deseo por adoctrinar a la audiencia y por resultar forzadamente poético.
Como si de un estudiante de cine se tratase, de la Iglesia experimenta con una gran variedad de estilos visuales, unos peor logrados que otros, pero conservando siempre el sentimiento de falsedad que provoca el mal uso de los escenarios animados por computadora y el exagerado estilizamiento de las secuencias mediante post procesos digitales.
Por si fuera poco, las ridículas situaciones que es capaz de imaginar el director vasco carecen por completo de la gracia y frescura que podían apreciarse en cintas como El día de la bestia, para darnos un humor que pretende ser irónico pero termina siendo tan absurdo y evidente como el peor cine cómico hollywoodense, con la desventaja de que Ashton Kutcher no se toma en serio sus estupideces mientras Álex de la Iglesia cree que nos está dando un cine digno de competir con lo mejor que se hizo en el 2010.
Las metafóricas patrañas sentimentaloides de Balada triste de trompeta se suceden una tras otra sin descanso, dándole al espectador momentos tan entrañables como el de ver al payaso triste trayéndole en la boca, cual perro de caza, perdices al Generalísimo Franco después de haberse convertido en una especie de animal debido a la locura que le causó su amor no correspondido, o la pésima lucha final de ambos payasos en la enorme cruz del Valle de los Caídos, que inexplicablemente se transforma en un almacén para los animales del circo.
No diré más. Triste es el resultado de una película que había creado muchas expectativas y que no solo no las cumplió sino que además es definitivamente una de las peores cintas que vi en el 2010.

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