El mítico Park Chan-Wook, director de la aclamada trilogía de la venganza (Sympathy for Mr. Vengeance, Old Boy y Sympathy for Lady Vengeance), vuelve después de un retiro de tres años para presentar otra magnífica película.
Thirst se centra en el recientemente sobre-explotado tema vampírico, pero abordándolo con muchísima inteligencia y sensibilidad artística. La película sigue a un joven sacerdote que en su afán por ayudar a la humanidad, decide someterse a una serie de experimentos que pretenden curar un mortal virus. Justo antes de morir por la infección, una transfusión de sangre misteriosamente lo vuelve a la vida, eliminando por completo los síntomas de la enfermedad pero transformándolo en un vampiro. La noticia corre por las poblaciones cercanas y el hombre se convierte en una especie de santo venerado, sin embargo, poco a poco el sacerdote comienza a sentir un despertar sexual y una sed de sangre que ponen en entredicho sus dogmas morales.
La historia tiene una gran cantidad de giros de tuerca muy al estilo de Chan-Wook, con lo que hay muchas etapas distintas dentro del filme. En cada una de estas se desarrolla una evolución sumamente interesante de los personajes principales, en función de los dilemas existenciales y morales a los que se ven sometidos.
Chan-Wook es un gran narrador y dota a la cinta de una fantástica continuidad, donde cada toma y cada gesto tienen un significado que va revelándose posteriormente, sin dejar prácticamente ningún cabo suelto en este gran ejercicio narrativo. De igual forma el manejo visual es asombroso, presentando escenas de una calidad estética impresionante, que aunadas a un soundtrack memorable logran poner la piel de gallina durante las dos horas de art-gore.
Las actuaciones son también un elemento sobresaliente dentro de la cinta, con Kang-ho Song en el papel del atormentado sacerdote y la impecable Ok-vin Kim como su amante vampírica desquiciada. Acompañados los dos protagonistas por un reparto de actores secundarios muy bien logrado.
Nominada a la palma de oro y ganadora del premio del jurado en el reciente festival de Cannes, Thirst es una película altamente recomendable, que reitera el estatus de Park Chan-Wook como uno de los mejores cineastas asiáticos contemporáneos y que tiene todo para sustituir a Oldboy como la obra cúspide de su director.