Finalmente me llegó el día. En un cine londinense gasté 12 libras para poder ver la que prometía ser la cinta que cambiaría el cine de la misma forma que lo hicieron películas como Le Voyage dans la Lune, The Jazz Singer o The Wizard of Oz.
La promesa de que el cine nunca volvería a ser el mismo después de las 3 horas de Avatar era por decir lo menos muy aventurada. El autoproclamado rey del mundo y director de taquillazos del nivel de Titanic y Terminator II, James Cameron, se lanzó en un viaje épico de casi 300 millones de dólares para filmar una película en 3D “como es debido”. Las secuencias fueron filmadas utilizando nuevas tecnologías que aseguraban erradicar completamente la sensación de estar viendo algo animado por computadora, para generar una experiencia completamente creíble. A tal grado que en el 2006 James Cameron declaró que retrasaría la producción del filme debido a que la tecnología todavía no se había desarrollado a los niveles visuales que tenía en mente. Sin embargo, a pesar de todo esto, el resultado final dista bastante de lo previamente prometido.
Primero que nada era casi evidente que las desproporcionadas pretenciones de Avatar no se cumplirían completamente. Sin embargo si se podía esperar una fantástica película de acción y por que no, una gran obra de arte.
Pero vayamos al grano. El enorme problema de Avatar radica en su increíblemente mediocre guión. Esto en verdad es frustrante, ya que con trescientos millones de dólares bien podían haber desarrollado una historia más elaborada o que no utilizara la apabullante cantidad de predecibles clichés que le arrojan al espectador durante las 3 horas de metraje.
El catálogo de personajes se divide en dos grandes grupos acartonados, los salvajes bondadosos/nobles/valientes y los humanos malvados/codiciosos. En medio de estos dos grupos tenemos a nuestro héroe malvado/codicioso, un paralítico cuya mente insertan en un Avatar salvaje, con el objeto de convencer a los nativos de abandonar sus tierras. En el proceso, nuestro héroe conocerá el amor alienígena y se convertirá en bondadoso/noble/valiente. Siendo esto básicamente todo el argumento, del cual podrían suponer el final y acertar con relativa facilidad.
En contraposición a esto, la gran ventaja de Avatar es su aspecto visual, ya que el espectador puede escoger mandar a la mierda la historia y recrearse con los fantásticos y pintorescos escenarios en 3D que están en extremo logrados, así como con las secuencias de acción, que aunque desperdician su poder emotivo gracias al mal guión, si son impactantes.
El aspecto sonoro es otro punto bajo de la cinta, ya que aunque los efectos están evidentemente logrados, el soundtrack es bastante malo, acentuando todavía más el fondo ridículo de algunas escenas, sobre todo la que desafortunadamente concluye la película.
Por desgracia Cameron cumplió a medias esta vez, entregando un espectáculo circense fantástico pero totalmente carente de fondo. Afortunadamente para él, ahora me entero que la película ya ha recaudado más de mil millones de dólares. Eso si, no cabe duda que el hombre sabe como venderse y probablemente también se lleve varios Oscar a casa.