A Serious Man (2009)

Los hermanos Coen están agarrando un impresionante ritmo productivo muy al estilo de Woody Allen, con la única diferencia de que ellos si crean obras trascendentes evitando a toda costa repetirse una y otra vez.

Hace dos años este par de judíos, sorpresivamente y para mi placer, arrasaron con los dos premios principales de la ceremonia de los Oscar por su brillante No Country for Old Men. En ese momento todos se preguntaban cual sería el siguiente paso de los nuevos dueños de Hollywood y para sorpresa de muchos, la respuesta vino en forma de una comedia sencilla que no tenía otra pretención mas que entretener. Todavía no se si fue una jugada brillante o no, pero el caso es que así fue.

Un año después de Burn After Reading, los Coen le apuestan una vez más al género de la comedia, pero esta vez de gran complejidad, que plantea dilemas y los resuelve de una forma que ya desearían muchos dramas.

A Serious Man comienza con una especie de corto fantástico, que a pesar de no tener conexión en el tiempo narrativo funge como un preámbulo inmejorable para la historia de Larry Gopnik, un maestro de Física con una vida modesta y recta que súbitamente comienza a desmoronarse por todos lados.

El miedo de Gopnik a cometer cualquier tipo de falta no lo salva de que todo a su alrededor se hunda. Su esposa quiere dejarlo, sus hijos son dos entes completamente insensibles al entorno que los rodea y el padre de uno de sus alumnos quiere demandarlo.

Este hombre serio, al encontrar que todo en lo que creía eran mentiras y que sus alegrías han muerto (chequen la canción de Jefferson Airplane Somebody to Love, que es crucial en el desarrollo de la historia), decide pedir ayuda a los rabinos de su comunidad para que iluminen con su sabiduria el camino que debe seguir.

Los Coen logran una cinta que divierte y al mismo tiempo critica la forma en que la religión influye en nuestras decisiones, ayudada enérgicamente por las cerradas estructuras sociales y los “sabios” que presumen conocer sus misterios.

La actuación principal de Michael Stuhlbarg es fabulosa, así como la de Fred Melamed que interpreta al nuevo amor de la esposa del antihéroe. De hecho casi todo el reparto es memorable, incluyendo al hijo adolescente amante de la marihuana y la hija que gasta todo el día peinándose. Al final la cinta termina siendo un triunfo más de los Coen, que combinan los grandes recursos actorales, con un guión muy sólido, un excelente soundtrack, un inmejorable conocimiento de la sociedad judía y un grandísimo final.

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