François Bégaudeau es un escritor francés, que después de escribir dos novelas sin pena ni gloria, decidió basar su tercer libro en la experiencia personal que tuvo como profesor de literatura en una escuela de bajos recursos dentro de un suburbio parisino. El libro, publicado en 2006, tuvo una excelente acogida y ganó el Prix France Culture.
En el 2008, Laurent Cantet le propuso a Bégaudeau llevar al cine su novela, de manera que se adaptó el guión y se le dió al autor el papel principal de la película. El resultado es un filme súmamente interesante y balanceado, acerca de los problemas cotidianos de los educadores parisinos al enfrentar, de forma casi heroica, situaciones tan complicadas como el racismo, la violencia y el desinterés de una juventud cada vez más insensible hacia su entorno.
La película relata las situaciones que se van generando en la escuela a lo largo de un curso escolar completo, pero a diferencia de las cintas Hollywoodenses que han tratado esta temática, nada parece exagerado o fuera de lugar, evitando el caer en situaciones límite y planteando los problemas de forma mucho más sutil, lo que a su vez genera que el espectador se identifique y se crea absolutamente todo lo que sucede en la pantalla. Incluso la forma de filmar las escenas, los ágiles diálogos y la completa ausencia de música, generan un ambiente fílmico de tipo documental que contribuye aún más a este efecto de simulada veracidad.
La película reaviva el debate acerca de cómo combatir el problema de la educación, cuando el ambiente social y familiar en el que se ven inmersos los niños es completamente adverso. ¿Cuáles son las medidas disciplinarias que hay que tomar cuando se pierde el control de los jóvenes?, ¿Cómo se puede motivar a un niño cuyos problemas familiares le impiden desarrollarse?, ¿Cómo se puede eliminar el factor racial de la interacción entre los alumnos?. Preguntas que sin duda vendrán a la cabeza del espectador, pero que para su desgracia, la película no responderá. Por el contrario, el filme funciona como una magnífica fotografía que sintetiza los problemas y los puntos de vista principales, para que el público después pueda interpretar y juzgar todos los hechos con un mínimo conocimiento de causa.
Todas estas cualidades llevaron a Entre les Murs a ganar la codiciada Palme d’Or y a hacerme sentir como un alumno más en estos salones, donde los educadores ponen un enorme grano de arena, que tristemente se desintegra en muchos casos al abandonar los muros de la escuela.