Probablemente el día de hoy, Michael Haneke reciba la Palma de Oro en el festival de Cannes por su más reciente película “The White Ribbon”. Este director, famoso por su poco convencional y siempre hiriente acercamiento a la violencia, presentó en 1997 una película titulada “Funny Games”, que causó furor debido a su cruel crítica hacia la violencia en el cine comercial estadounidense. Diez años después, Haneke decidió rehacer su ya clásica película, adaptándola de Alemania a Estados Unidos, pero dejando la historia intacta.
El resultado es una película sumamente perturbadora, con un reparto magnífico y con el mensaje principal que nos plantea una destrivialización de la violencia en el cine. El planteamiento es básicamente un rechazo a la violencia que se maneja en el cine Hollywoodense contemporáneo, donde los asesinatos y los baños de sangre se han convertido en diversión fácil y totalmente digerible para el espectador. La propuesta de Haneke es básicamente generar una película que evite por completo estas escenas de violencia “cool” y que le recuerde al público lo brutal y desagradable que puede llegar a ser en la realidad.
La historia se centra en una familia convencional americana conformada por un papá (Tim Roth), una mamá (Naomi Watts) y un hijo (Devon Gearhart), que se retiran el fin de semana a su casa de campo para descansar. El pequeño problema es que se topan con dos jóvenes, interpretados por Michael Pitt y Brady Corbet, que toman por asalto su casa y someten a la familia a crueles “juegos” con la promesa de matarlos al amanecer.
Básicamente eso es todo lo que plantea la película, aprovechando una historia tan sencilla para involucrar al espectador en una serie de situaciones límite, que gradualmente aumentan su nivel de crueldad y repulsión. Todo esto con la premisa de siempre evitar la visión de las atrocidades cometidas con la familia, dejando campo libre a la imaginación del espectador.
La postura de Haneke en este filme ha sido catalogada sobre todo de oportunista y pseudo-moralista, sin embargo, es una película y un discurso que valen la pena analizar, ya sea con estos Funny Games o con los de 1997.