Es sabido que el escándalo siempre predispone al espectador y radicaliza los puntos de vista acerca de si una película es buena o mala. En el caso de Antichrist, el nuevo filme de Lars Von Trier, la polémica saltó desde el festival de Cannes, donde la mitad del público ovacionó y la otra mitad abucheó. A partir de entonces, la gente a tomado partido incluso antes de ver la película y con casi iguales porcentajes unos ya están seguros de que verán un pésimo filme, mientras los demás aseguran que verán la mejor película de la historia. Como casi siempre, ambos extremos se equivocan.
La idea del filme le llegó a Von Trier mientras se encontraba completamente sumido en un estado crónico de depresión, con el pensamiento de que jamás volvería a dirigir una película, de forma que finalmente decidió filmar Antichrist como una especie de acto terapéutico.
Antichrist, dividida muy a la Von Trier en un prólogo, cuatro capítulos y un epílogo, cuenta la historia de una pareja que pierde a su pequeño hijo al saltar éste por la ventana mientras sus padres hacen el amor (escena que constituye el extraordinario y bellísimamente filmado prólogo). En los subsecuentes capítulos, la pareja conformada por un psicólogo y una escritora, interpretados fantásticamente por Willem Dafoe y Charlotte Gainsbourg respectivamente, pasará por las diferentes etapas psíquicas involucradas en la pérdida traumática de un ser querido. Todos estos cambios se observan gradualmente desde el punto de vista de la madre, ya que el psicólogo inmediatamente asimila la muerte de su hijo e intenta llevar paso a paso a su esposa a través de su dolor.
Muy pausadamente, Antichrist nos lleva de la mano hasta un punto en el que ya no hay retorno, donde todas las sutilezas utilizadas previamente para vaticinar lo que iba a pasar se desatan en un completo caos, dándole al espectador una tremenda dósis de imágenes con un terrible impacto visual, que llegan a ser en extremo desagradables, pero que constituyen una parte fundamental y desde mi punto de vista necesaria del filme, ya que ayudan a crear una atmósfera final de tensión que resulta casi insoportable pero que es sumamente efectiva.
El filme, que es tal vez la obra más simbólica de Trier, se concibe además de como una película de terror nada convencional, como un sentido homenaje a Andrei Tarkovsky, director de cine admirado intensamente por Von Trier, con lo que Antichrist está dotada de ese ritmo narrativo lentamente introspectivo tan característico del director Ruso. Esto acompañado además en todo momento de una espectacular fotografía, que nos remite constantemente al manejo de la cámara en mano que tanto domina el director danés, pero mezclándolo con una postproducción preciosista fantástica.
En definitiva, aunque disfruté plenamente Antichrist, me parece que no es una película para todo público. A muchos puede resultarles lenta, aburrida, grotesca, repugnante, provocativa, pretenciosa y demás calificativos que han sido utilizados en un sinnúmero de reseñas. Sin embargo, desde mi punto de vista, aunque hay que reconocer que no es la mejor película de Von Trier, si está dentro del bloque de sus mejores trabajos y estoy seguro de que Tarkovsky estará aplaudiendo desde su tumba.