Poco he investigado acerca del cine ruso contemporáneo, pero al parecer esta industria se ha reactivado con fuerza en el último lustro, creando muchas joyas que pasan silenciosamente por las salas cinematográficas, pero que han cosechado premios y críticas muy favorables en sus limitadas exhibiciones.
Rusalka es una sobresaliente película dirigida por la rusa Anna Melikyan, que dentro de la tradición del realismo mágico tan bien manejado por el cine francés de los noventas, cuenta la vida de una chica llamada Alisa.
Con una gran banda sonora y un impresionante tratamiento del aspecto visual, el filme relata, utilizando una narrativa dividida en capítulos, el devenir de la pequeña Alisa desde su concepción ocurrida gracias al romance de su madre con un marinero. Años después y cansadas de esperar a aquel marinero que nunca volvería, madre, hija y abuela emigran a Moscú en busca de mayores oportunidades.
La ya joven Alisa, que posee una especie de poder telequinético y cuya suerte es dictada constantemente por las profecías que le revelan los anuncios publicitarios callejeros, consigue trabajo como mascota de una empresa de telefonía y recorre las calles vestida de teléfono celular, observando dentro de su disfraz un bellísimo retrato del Moscú contemporáneo.
El tema central del filme termina siendo la delicada relación de la joven protagonista, interpretada fantásticamente por Mariya Shalayeva, con un empresario depresivo y millonario que se dedica a vender terrenos en la luna y que contrata a la chica para que le limpie el departamento. El romance platónico de Alisa, combinado con el sinsentido que rige la vida de este hombre que no tiene el menor incentivo por vivir, genera una historia entrañable llena de detalles maravillosos.
Esta película, ganadora del premio a la mejor dirección en el festival de Sundance, es una llamada de atención al floreciente cine ruso del siglo veintiuno que estoy seguro nos dará muchas más sorpresas agradables.
