Tetro (2009)

No hay nada peor que esperar demasiado de una película y quedar totalmente decepcionado al salir de la sala de cine.

Para mi desgracia, e imagino que para la de muchos más, esto fue precisamente lo que ocurrió con Tetro, la más reciente película del ya deificado Francis Ford Coppola, que tristemente en los últimos años ha bajado de los cielos para transformarse en un simple mortal más dentro del mundo del cine.

Tetro tenía absolutamente todo para ser una gran película, un reparto fantástico comandado por Vincent Gallo, uno de los actores contemporáneos que más admiro, la novedad de que éste era el primer guión que Coppola escribía desde The Conversation en 1974 y finalmente un trabajo de fotografía que en los trailers parecía asombroso. Sin embargo, a pesar de todos estos puntos a favor, Coppola se las ingenió para convertir a Tetro en una película no solo intrascendente, sino verdaderamente mala.

El filme se centra en el reencuentro de dos hermanos, el primero (Gallo), un atormentado poeta que decide abandonar a su familia y hacer una vida completamente nueva en Argentina, trabajando como asistente de luces en un teatro y el segundo (Ehrenreich), un chico de 17 años que decide enrolarse como mesero en un crucero para ir en busca de su hermano perdido. Los dos personajes, hijos de un famoso director de orquesta y cuya madre falleció en circunstancias que no contaré, van descubriendo conforme la película avanza la historia que los une, sumergidos en el ambiente bohemio de un barrio argentino.

Todo esto suena muy bien y el resultado pudo haber sido de una profundidad y complejidad asombrosas, sin embargo por desgracia todo termina siendo un desastre. Los actores argentinos dan pena, Gallo regala uno de sus peores desempeños frente a la cámara, Ehrenreich basa todo su papel en su bonita cara y la única que salva ligeramente el desastre es Verdú que interpreta a la amante de Gallo. Pero esto no para ahí, ya que el mal funcionamiento actoral se debe en gran parte al mal guión de Coppola, que tiene una fantástica premisa de resentimiento y complejidad familiar, pero que a la hora de su ejecución resulta ridículo y paupérrimamente planteado.

Si después de esto aún quieren ver la cinta, no todo será terrible para ustedes, ya que el festín visual es muy bueno. Coppola salta con gran habilidad por el color, el blanco y negro y los diferentes formatos proporcionales de imagen, creando secuencias de gran belleza dignas de recordarse.

Pero evidentemente, aún con los aciertos visuales, Tetro se queda en una película que es mejor pasar y dejar en el olvido. Una verdadera lástima.

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