Fish Tank es la revelación del cine independiente británico del 2009. Dirigida por Andrea Arnold, que en el 2005 recogió el Oscar al mejor cortometraje, esta cinta presenta una visión muy creíble y objetiva de la vida en los suburbios ingleses.
Después de ver este año películas dramáticas tan exageradas y sobrevaloradas como Precious, es un gran alivio poder encontrar obras como Fish Tank, que a pesar de contar con una historia de fuerte carga dramática, balancean con grandes actuaciones y buen guión lo que de otra forma se convertiría en un ejercicio más de sentimentalismo barato.
La historia detrás del filme se centra en el entorno social de una quinceañera interpretada de forma sobresaliente por Katie Jarvis. La chica, cuya única aspiración en la vida es convertirse en bailarina profesional, pelea constantemente con su joven madre que comienza a verla como una competencia directa en el terreno sexual. Situación que se complica totalmente cuando entra en escena el nuevo novio de la madre.
Filmada con mucha sensibilidad estética en un formato cuadrado pocas veces visto en la cinematografía moderna, Fish Tank es una película que juega hábilmente con temas tabú como el incesto, la violencia intrafamiliar, el alcoholismo adolescente y demás desgracias asociadas muchas veces con estratos sociales bajos. Sin embargo los dos temas principales de la cinta son, el conflicto que se desarrolla muchas veces entre madres jóvenes e hijas y el deseo incontrolable que se genera en aquellos que lo tienen todo, por vivir una doble vida imperfecta y alejada de los ideales sociales.
Además de la buena dirección de Andrea Arnold, lo mejor de la película son las fabulosas interpretaciones que entregan actores en su mayoría desconocidos, que dominan completamente a sus personajes y transmiten de forma memorable todo lo que se esconde detrás de sus innumerables capas psíquicas.
Ganadora del reconocimiento a la película británica del año en los premios BAFTA, Fish Tank es una película muy recomendable, que nos recuerda la posibilidad de hacer dramas intensos sin caer en las recurrentes exageraciones absurdas de lágrima fácil.