El festival de Cannes del 2009 fue brutal. Audiard, Haneke, Chan-Wook, Tarantino y muchos más presentaron obras cumbre en sus respectivas carreras, al igual que el iraní Bahman Ghobadi, que años antes nos había deleitado con la trágica Turtles can fly y que ahora firma la que tal vez sea su obra más personal y memorable.
No one knows about persian cats es un retrato del mundo del rock underground en Irán, un país en el que sólamente se permite tocar música tradicional y en el que los jóvenes artistas se ven obligados a emigrar o a tocar en sótanos con paredes acolchadas para evitar que el ruido salga a la calle.
Ghobadi reune en este documental de ficción a varias de las agrupaciones más importantes de rock, metal, rock indie y rap de Irán, para centrarse en contar el camino que sigue un grupo alternativo para conseguir pasaportes, con el objetivo de tocar en Inglaterra y arañar la fama.
A pesar de las duras normas prohibitivas que encierran a jóvenes en prisión simplemente por tocar una guitarra eléctrica, la juventud iraní se rehusa a ser dominada y genera todo un mundo subterráneo de bandas con un desbordante talento y una sensibilidad extraordinaria, es por esto que una vez vista la cinta, lo primero que les vendrá a la mente será un incontrolable deseo por adquirir el impecable soundtrack que dejará boquiabierto a más de uno.
Negar y Ashkan, los héroes de la cinta, tendrán que pasar por incontables problemas para conseguir sus documentos y aún más para conseguir músicos que los acompañen en el último concierto antes de partir en su viaje hacia la libertad creativa, ayudados en todo momento por su peculiar representante.
Ghobadi se ha convertido en uno de los activistas cinematográficos más importantes de nuestros tiempos, pero a diferencia de muchos otros, su cine aborrece los extremos ideológicos y los puntos de vista tendenciosos, con lo que genera obras creíbles, que exponen mesurada pero concisamente sus puntos y que tienen un valor artístico extraordinario, palpable en las excelentes actuaciones de los actores amateurs y en los expresivos juegos de cámara, que se ajustan constantemente al tipo de música presentado en pantalla.
Por si fuera poco, el director, al ver que el gobierno iraní no exhibiría su cinta por obvias razones, filtró de su propia mano una excelente copia que puede conseguirse en internet, de forma que todos los iranís pudieran tener acceso a la película.
Este es sin duda uno de los mejores filmes del 2009, por lo que deben buscarlo y verlo a toda costa.