Para poder hundir el cadáver de un niño asesinado se necesita un lastre equivalente a cuatro veces su peso.
Con toda calma, Ben, el asesino serial que protagoniza la película belga Man Bites Dog, nos conduce a través de su rutina diaria en la que asesina brutalmente, unas veces para ganarse la vida y otras por mero placer, a decenas de inocentes.
Dirigida por Rémy Belvaux, que terminaría suicidándose en el 2006, esta película de estilo puramente documental retrata la aventura que tendrá que seguir el propio Rémy y su equipo de filmación para capturar las macabras vivencias de Ben, un hombre educado, aficionado a la música clásica, que mantiene una sana relación con su familia y que su único defecto es no tener el más mínimo aprecio por la vida humana.
La expresión “man bites dog” se usa en el ambiente periodístico para recalcar que los medios siempre darán preferencia a hechos escandalosos y fuera de lo común, con lo que siempre será más noticia que un hombre muerda a un perro a que un perro muerda a un hombre. Con este antecedente podemos ver que desde el título la cinta pretende ser y es una crítica muy completa al sistema mediático vigente en nuestros tiempos, en el que se busca siempre lo más escabroso y grotesco para impresionar y mantener a la audiencia.
Todos los participantes de la cinta se interpretan a sí mismos, de manera que Rémy es el director del documental y Benoit Poelvoorde es Ben, el único personaje realmente ficticio del filme, que es interpretado de forma impecable y que consigue helar la sangre del espectador con la total radicalidad de sus actos, que a su vez son representados con una crudeza visual absoluta, potenciada por la textura extremadamente granulosa y contrastada del blanco y negro.
Ganadora de la mejor película y mejor actor en el festival de Sitges y del premio SACD en Cannes, esta obra cargada de un nihilismo casi insoportable es un documento fílmico muy valioso, que antecede al Dogma 95 en su idea de un cine muy próximo a la realidad e influencia de forma evidente a muchas cintas de la década de los noventas.
Cuando Man Bites Dog termina, nos damos cuenta de que es una película totalmente contestataria y que a pesar de alguno que otro diálogo flojo o situación incoherente, logra su objetivo al transmitir un mensaje claro, directo y aterrador acerca del perturbador camino que siguen los medios en nuestros días, únicamente impulsados por el pequeño asesino serial que todos llevamos dentro.