I’m Still Here (2010)

Una buena idea no siempre asegura un buen resultado. Muchas veces hemos visto películas que a pesar de tener una premisa interesante se convierten en algo horrendo gracias al pobre desarrollo de la trama, mientras que en el otro extremo podemos encontrar obras magníficas en las que argumentalmente no ocurre prácticamente nada. Pues bueno, I’m Still Here cae sin duda en la primera categoría.

El filme prometía ser una obra cuando menos interesante, ya que la idea detrás de su realización era muy atractiva, sin embargo el año sabático que se tomó Joaquin Phoenix para realizarlo aparentemente sirvió para muy poco.

En caso de que no lo sepan, en el 2008 Joaquin Phoenix anunció su retiro definitivo de la actuación, noticia que causó un gran impacto mediático gracias a que este hombre era uno de los actores más prometedores de su generación. Meses después se reveló que el actor perseguía una carrera como cantante de hip-hop y su cuidado look hollywoodense se había convertido en una apariencia sucia propia de un vagabundo.
Al ver este cambio tan extremo, la gente comenzó a preguntarse si esto no se trataba de una elaborada “broma” para hacer una especie de falso documental al respecto, con lo que inmediatamente se movilizaron tanto Phoenix como sus representantes para tratar de desmentir lo que ya era una verdad a voces, que culminaría con una de las entrevistas más extravagantes que se hayan visto en la televisión moderna, hecho que colocaba al filme como algo realmente prometedor.
Días después de su estreno, el falso documental de Casey Affleck titulado I’m still here, fue declarado ficción por el propio Joaquin Phoenix quien ya veía la broma completamente desenmascarada, perdiéndose con esto uno de los principales puntos fuertes de la cinta, su veracidad. El hecho de que el arriesgado engaño fuera descubierto no habría sido tan grave si el resultado final fuera el interesante producto que inicialmente se había prometido, sin embargo en esta ocasión no hemos tenido tanta suerte.
I’m still here es un completo fracaso como película de ficción, como documental y como obra de arte. El atractivo desarrollo narrativo que podría haberse elaborado con la temática de la decadencia de un artista, que lo ha tenido todo y que de un día para otro decide tirar su carrera por la borda, se queda en un pseudo documental ridículamente filmado, construido en base a momentos extravagantes e inconexos, que en todo momento se rehúsan a analizar el verdadero drama de la historia.
Una tras otra se suceden secuencias absurdas en donde Joaquin Phoenix intenta maravillar al público con sus dotes histriónicos y con la “súper original” idea que tuvo junto a su cuñado Casey Affleck, sin darse cuenta de que esta película no prueba nada mas que la incapacidad de este par de actores por generar un producto fílmico inteligente.
Affleck intenta cubrir la absoluta estupidez del “guión” con algunos momentos supuestamente profundos, entre los que destaca un patético discurso motivacional de Edward James Olmos y la secuencia final de la cinta, que tal vez sea lo único decente del metraje. Sin embargo todo queda como un ejercicio verdaderamente triste del que podría haberse sacado una muy buena película.
El único placer malsano que me causó es que tal vez con este enorme fracaso Joaquin Phoenix termine viviendo realmente los horrores de la pérdida del estrellato.

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