Poco sabemos los integrantes del mundo occidental acerca del humor japonés, género al que tenemos acceso principalmente por extractos que se obtienen de algunos shows televisivos de ese remoto lugar, en los que normalmente se pueden observar grupos de participantes que se someten a situaciones extremas a las que somos incapaces de encontrar sentido dado nuestro origen cultural.
Toda la extrañeza y el glorioso sinsentido de esa rara avis que es el humor japonés, es llevado al extremo en Funky Forest, una película sin pies ni cabeza que probablemente se convierta en la experiencia más bizarra que muchos de ustedes hayan visto en la pantalla grande.
El monumental filme de dos horas y media es un esfuerzo de tres directores japoneses, Hajime Ishimine, Shunichiro Miki y Katsuhito Ishii, siendo este último el que aparentemente comanda la triada que también se encargó de escribir el guión de este moderno teatro del absurdo.
Conectadas entre sí por delgadísimos filamentos narrativos que carecen de justificación racional, las secuencias de Funky Forest dividen al filme en varias partes que exponen historias ancladas en la realidad, pero que en segundos se transforman en situaciones que más que risas causan incredulidad y ese particular sentimiento que aflora cuando no se comprende en absoluto lo que se está observando, pero por alguna inexplicable razón se vuelve imposible apartar la mirada.
Ya sea con las historias que mantienen al espectador en vilo y que no llegan a ningún lado, con las estupendas secuencias que involucran pequeños humanoides deformes que después son utilizados como instrumentos, o con el hombre que expulsa leche por sus pezones gigantes cuando le masajean una gran bola que le sale del ano, Funky Forest es una película muy disfrutable, que será atesorada por todos aquellos fanáticos del humor asiático y que a pesar de su larga duración logra mantener al espectador en su asiento, incluso atreviéndose a jugar con un final relativamente poético que cierra con broche de oro el desconcertante viaje.
Un aspecto clave es la excelente banda sonora electrónica producida por Toru Midorikawa, que asume un rol de vital importancia en muchas ocasiones y que se convierte en principal protagonista de la que para mi gusto es la mejor secuencia de la cinta.
Protagonizada por un soberbio elenco que incluye a Tadanobu Asano (Ichi the Killer), Rinko Kikuchi (Babel) y Ryo Kase (Letters From Iwo Jima), el curioso esfuerzo fílmico fue recompensado con el premio a la película más innovadora del Toronto After Dark Film Festival y sigue cosechando adeptos que la han posicionado como todo una obra de culto que sin duda vale la pena ver.