Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 2 (2011)

Antes de que las pupilas de los espectadores terminaran de contraerse ante la súbita iluminación de la sala, la gente ya había comenzado a aplaudir. No soy un entusiasta de ese tipo de manifestaciones de fanatismo eufórico pero, por un momento, logré hacer a un lado mi misantropía para comprender que los aplausos, gritos y sollozos que aderezaron la proyección de la última entrega de la que es numéricamente la saga fílmica más popular de la historia, eran justificados.

Finalmente, después de más de diecisiete horas sentado frente a una pantalla que me narró las innumerables aventuras de un imberbe mago, cuya suerte, o infortunio, lo convierte en el cáliz donde se vuelcan todas las esperanzas del mundo de la magia, comprendí la trascendencia de este relato que ha marcado el inicio del goce literario para muchos niños y cuyo largo camino fílmico concluye, sorpresiva pero afortunadamente, con una excelente película de cuatro horas dividida en dos partes, que reaviva una saga cinematográfica que había caído en la intrascendencia, en el tedio y en la mediocridad.
Apenas se necesitan unos minutos de la segunda parte de Harry Potter and the Deathly Hallows para afirmar que el David Yates responsable de las terribles quinta y sexta entregas de la serie ha dejado de existir, para dar paso a un realizador homónimo que ahora está dispuesto a desarrollar, de forma evidentemente comprometida, una historia cuyos aciertos son indudables y aprovechar el dramatismo que ésta supone, dándole al espectador una cinta que se vanagloria de su espectacularidad, pero que al mismo tiempo intenta alcanzar algo más que el final épico y visualmente orgiástico que todos esperaban.
El desenfrenado ritmo con el que se desarrolla la acción de esta segunda parte, que después del resultado final se justifica más como una necesidad para concluir la historia de forma adecuada que como una estratagema descarada para recaudar millones, contrasta con ese ritmo pausado y reflexivo que Yates adoptó para la primera parte y que tanto disfruté, sin embargo, entre todo el caos de ejércitos multitudinarios compuestos por magos, gigantes, arañas y demás alimañas mágicas, existen remansos de paz en los que se aclaran los puntos más importantes de la historia y que, aunque escasos, son las válvulas de escape mediante las que Yates explota su más refinada sensibilidad videoclipera para elaborar las secuencias más entrañables de toda la saga.
HPATDH es una de esas cintas en las que por alguna misteriosa razón todo parece salir bien a pesar de los malos augurios. El impresionante renacimiento de Yates se combina con el reencuentro de la inspiración por parte de Rowling, que sorprendentemente concluye la historia con bastante buen juicio, dejando la mejor parte de ésta para el final, convirtiendo los últimos instantes en un torbellino emocional resuelto con alguna que otra trampa narrativa pero con mucha inteligencia.
Esa inspiración también se contagia a los tres protagonistas, otrora infantes, que convertidos ahora en adolescentes fashionistas mantienen la naturalidad que finalmente encontraron en la primera parte de HPATDH, a tal grado que hasta los momentos más cursis, que los hay, terminan siendo perdonados, con excepción tal vez del inevitable pero atroz epílogo.
La música de Alexandre Desplat vuelve a impactar de lleno en la pantalla que Eduardo Serra cubre de negro sobre negro, eliminando los pocos colores brillantes que le quedaban en la paleta de la primera parte, firmando la que es sin duda la película más lúgubre de la saga tanto visual como temáticamente, en la que Potter finalmente debe enfrentar cara a cara al malévolo Voldemort, que desatará un ataque furibundo para encontrar a éste antes de que consiga destruir los objetos en los que el villano colocó pedazos de su alma y por tanto matarlo.
HPATDH, las dos partes, son una verdadera sorpresa y una conclusión inmejorable para la que al día de hoy es sin duda la saga más importante de la historia del cine, posiblemente destronando a la mítica Star Wars.
Debo decir que no he leído ninguno de los libros de la serie y probablemente nunca lo haga, de forma que ignoro lo que se dejó o se quitó de la obra original, sin embargo puedo asegurarles que, sean o no fanáticos de la saga, HPATDH es one hell of a ride.

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